Eres el espacio que queda tras
tu voz. Palabras que emanan de
tu cuerpo, manantial de felicidades
que (se) terminan en un abrir y cerrar
de ojos no vistos. Miradas que (se) abren
(en) puertas y (se) cierran (en) mundos.
Nada queda, un pesado silencio
que ensordece la intención de cercanía...
Entre todas las miradas, escojo la tuya.
Desde ya, me he dejado caer
en el abismo glacial de tu fría ausencia.
Contemplar ese bamboleo, el vaivén
de tus caderas. Un misterio no desvelado
el verte pasar, sin mirarme, sin que percibas
mi mirarte, siendo tú, la ambición de mi deso.
sábado, 3 de abril de 2010
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