ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

sábado, 26 de febrero de 2011

KRATIE: A orillas del Mekong.



Ayer llegamos de la capital de Camboya a Kratie, pequeña localidad que se encuentra a orillas del majestuoso Mekong y hasta ahora, esperando que la cosa no sea definitiva, por lo que me queda en el país, el mejor sitio de Camboya. La ciudad, por su tamaño, a pesar de ser una capital de provincia, en occidente la llamaríamos pueblo, en si no tiene ningún atractivo. Este se encuentra en sus alrededores.

En cuanto uno sale de los lugares turísticos principales y empieza a buscar por uno o unos mismo los lugares a visitar, se toma con las cosas que yo considero son las realmente interesantes. Sin duda alguna, lugares como Angkor son increíbles y de visita obligada. Lo mismo sucede con el museo del genocidio de Phnom Penh. Pero siempre en un viaje hay que tratar de ir más allá y buscar, aunque nunca lleguemos a encontrarlo del todo a no ser que apostemos muy fuerte, lo que se esconde a los ojos de los occidentales. Algo parecido nos ha pasado hoy en Kratie.

Por la noche dejamos, mas bien dejaron, yo no me encontraba en mi mejor estado, las cosas preparadas. La ruta más o menos hecha y el alquiler de las motos que hemos pillado cerrado. Algo indispensable para llegar a donde hemos llegado, ya que los paquetes turísticos no van mucho más allá de la primera parada del día, la cual es el principal articulo que hache se vende. La cosa es ir a ver, si se dejan, unos delfines de agua dulce que se localizan por las aguas del Mekong en estos lares. Hasta hache se puede ir en tuc-tuc, que es lo que se suele ofertar, o alquilándose una moto o una bicicleta e ir más allá que es lo que hemos hecho.

Como decía la mañana ha empezado visitando la zona de avistamiento de los delfines. Una actividad cara. Siete dólares por persona y una hora en un bote para intentar verlos. Verlos, lo hemos visto. Pero no ha sido muy espectacular o, al menos, tanto como me esperaba. Casi que el rato en el barco a primera hora de la mañana, a eso de las ocho, ha sido mas interesante que lo poco que hemos visto de los delfines. Ha habido momentos en que se veían bastante, pero la porción del cuerpo y la distancia a la que los veíamos me han decepcionado un poco.

Lo mejor del día ha venido después. Con las motos hemos seguido por carretera, hemos visitado uno de los templos más grandes de Camboya. Mas de lo mismo en estos cuatro meses de viaje por Asia, nada especial. Lo especial esta en las reacciones de la gente al vernos. Mas allá de Angkor y su capital, Camboya esta mucho mas aislada de lo que pensaba. Quizás allá lugares tan turísticos como Angkor donde los occidentales podamos pasear sin llamar la atención, pero este desde luego no es uno de ellos. En Kratie, si que se nota cierta indiferencia hacia nuestra presencia, pero después del templo hemos cruzado el río en ferry con las motos y hemos ido hacia unas aldeas donde nuestra presencia ha sido la novedad de la semanaza. Algo de lo que hablar en las pequeñas aldeas de la zona durante un tiempo. No quiero decir ni mucho menos que hemos sido los primeros occidentales en llegar hasta allí, eso es ya casi imposible en ninguna parte del mundo, pero no paraban de saludarnos desde la carretera y, en un momento que nos hemos parado a preguntar si íbamos en la dirección correcta, todo el pueblo se ha quedado para observarnos. Ya hablare, el como observan las gentes de Camboya en un resumen final como el que hice de India. Solo decir que si alguien viene por Kratie que busque mucho mas allá de la actividad de los delfines, se llevara una grata sorpresa.

Por ultimo decir que no he hecho fotos. Las malditas pilas. Pero Iñaki ha hecho unas cuantas y ya colocare algunas. También se que sigo sin escribir bien, lo digo como si alguna vez lo hubiese hecho, pero ya volverá el de antes. La excusa de los batidos mágicos ya no vale. Hoy le toca cargar con las culpas al calor y al cansancio. Mucha moto. Os dejo la única foto que tengo de la zona... como no su atardecer, un atardecer hermoso, solo comparable con el de Hampi en la India.

jueves, 24 de febrero de 2011

PHNOM PENH #2: Batidos magicos.









Ayer, pasado el mal trago de la visita al museo nos dimos un paseo por el centro de la ciudad en pos de hacer un poco de turismo más clásico y amable a la vista, pero que tanto detestamos los que hemos formado este pequeño grupo. Para hacer la visita más divertida, Iñaki y yo, Nadia declino inteligentemente nuestra invitación, decidimos bebernos un happy shake de mango. Que, que es un happy shake? Fácil un batido de marihuana (¿te acuerdas paloma de los especial lassy de la India? pues lo mismo).

Lo malo de beberse estos batidos es que uno no sabe muy bien cuanto y cuando le va subir y le va hacer efecto. Depende de cada persona y del momento en que se encuentre, lo que hay comido, lo cansado que este y demás. Pues nada, a Iñaki el batido, y eso que bebió la mitad de lo que yo bebí, le tardo poco en subir. Al mismo tiempo que yo estaba escribiendo los post de ayer, el estaba pajareando en el bar de la guest house donde estamos durmiendo. Mientras escribía, yo permanecía como si nada y a él se le oía decir tonterías. Después de ese pajareo y que yo terminase de escribir, compartimos un poco de pajareo y nos fuimos los tres a comer a un restaurante india que hay en la misma calle donde esta la guest-house. Fue en ese momento, cuando termine de comer, cundo el batido mágico hizo su aparición estelar. Ansia de mi, como iba a compartir el batido con Iñaki, le dije a la camarera que hiciese un batido de los very happy, no uno simplemente happy. Pues eso, quien sepa de que van estas cosas se lo imaginara. Un globazo de los buenos, en los que emparanoiado, alucinando un poco con los ruidos y algunas otras cosas mas misteriosas, como estar convencido de que éramos cuatro y no tres (todavía tengo que encontrar al cuarto, jejejeje), y otras lindezas de este tipo, me pase buena parte de la tarde noche tirado en la cama flipandolo hasta que me quede dormido y hoy he despertado un poco espeso.

Más allá de estas cosas que algunos y alguna miraran con envidia, y otros miraran como una estupidez, la visita a Phnom Penh ha sido más agradable de lo que pensaba. En general los camboyanos son gente agradable y amistosa. Los comerciantes son un poco pesados con sus tiendas, del mismo modo que los conductores de tuc-tuc y los camellos, pero no son tan agobiantes como lo son los de la India. La ciudad, sin dejar de ser, con todo lo que conlleva, una capital de un estado. Pero esta poco poblada, unos dos millones o algo más de habitantes. Lo que la hace poco agobiante en comparación con otras capitales. El calor te destroza, mas si tienes una resaca de batido mágico, pero si no fuese por esto, por el calor, se podría caminar perfectamente por la ciudad. Lo único que hay que tener un poco de cuidado al cruzar algunas calles principales porque están invadidas de motoristas que no tienen mucho cuidado con lo que uno esta haciendo.

Esta ciudad, ya que Siem Reap, es la principal atracción turística de la ciudad, me recuerda un poco a lo que me gusto de la India. Gente sencilla y amistosa que trata de acercarse a ti para saber un poco de tu vida. Esto no llego a sucederme en Tailandia y aquí, en Phnom Penh, ya me ha sucedido varias veces. Se agradece esta cordialidad por parte de los locales, es una de las pocas maneras que hay de acercarse a ellos. Porque en muchos casos, si eres tu el que se acerca no se lo toman tan bien.

Sé que estos dos últimos post no están demasiado bien escritos. La culpa, principalmente del calor y, secundariamente de los efectos posteriores del batido que me tienen en una espesura... lo siento.

miércoles, 23 de febrero de 2011

PHNOM PENH #1: La guerra la maldita guerra.

Para esta entrada no he querido poner fotos por las razones que iré explicando a medida que el texto vaya avanzando, aunque el titulo se explica por si mismo.

Ayer por la tarde llegamos a la capital de Camboya. Después de un viaje de autobús, tras la experiencia tailandesa, en el que pudimos volver a disfrutar de la mezcla entre camboyanos y turistas. Eso es algo que siempre se agradece. En India era imposible no mezclarse entre los indios. Es mas, algunas veces, sobre todo en los autobuses, he sido el único occidental en el viaje. Por contra en Tailandia, en los tres únicos autobuses que he pillado, no había ningún tailandés en el viaje. Ahora, en Camboya la cosa no vuelve a ser tan radical como en India, pero los turistas estamos en minoría. Que por que prefiero esto, pues porque creo que en eso consiste viajar. En mezclarse un poco con la vida local, por absurdos y estúpidos que resultemos todos los guiris entre los nacionales. Lo demás es turismo.

En el día de hoy, hemos ido a sacarnos las visas para Laos. La razón principal por la que estamos en Phnom Penh. Iñaki ya ha estado aquí dos veces y, a Nadia y a mi, las ciudades nos resultan incomodas. Después de hacer todo el papeleo nos hemos ido paseando hasta el museo del genocidio. Razón por la que he decidido no poner fotos en la entrada de hoy. En la próxima entrada sobre la capital de Camboya, me extenderé más comentado la ciudad y colgare algunas de las fotos que estoy haciendo. Aun así, decir que el lo poco que he visto me ha gustado mucho mas de lo pensaba. Una ciudad grande, siempre las capitales son grandes. Pero no demasiado poblada, unos dos millones de personas. La gente parece tranquila y amistosa. Me recuerda un poco más a la India que a Tailandia. Y me encuentro mejor en ella.

El museo, el horrible y necesario museo del genocidio. Esta no ha sido una visita demasiado agradable, pero es necesario y casi obligatorio que cualquier persona que se pase por Phnom Penh visite este museo. Sin extenderme demasiado, en parte a mi ignorancia, en parte por el espacio, decir que la historia reciente de Camboya ha estado bañada en sangre. En la década de los setenta el general Pol Pot y los jemeres rojos hicieron la revolución al mismo tiempo que cometían uno de los genocidios mas horribles de la historia de la humanidad, cualquiera que quiera saber mas que visite la wikipedia o cualquier otro sitio de Internet donde le puedan informar mejor que yo.

Este museo esta para recordar las detenciones, torturas y asesinatos que se cometieron en el mismo lugar donde se sitúa el museo. Es mas, el lugar se conserva tal y como quedo después de que el régimen se terminase. El centro de detención S-21 se construyo en un centro de enseñanza de la capital de Camboya. Allí se llevaba a los detenidos y se les torturaba para que confesasen. Muchísima gente fue llevada allí. En el museo se exhiben muchas de las fotografías de los detenidos, algunas antes y otras después de la tortura, y de los muertos que no lograron superar la detención. A los detenidos se les mantenía en las peores condiciones de vida, atados a una cama y recibiendo, entre otras cosas, descargas eléctricas para que confesasen. Aparte de las palizas y otras formas de tortura que prefirieron no contar, las cuales se exhiben sin pudor en el museo. En algunas de las celdas, construidas en las antiguas aulas, aun se pueden observar gotas y manchas de sangre. De todas las personas que pasaron por este centro de detención tan solo quedan siete sobrevivientes. Así mismo, las tumbas de los últimos catorce que murieron en el centro, también están en el patio del museo.

El museo exhibe sin pudor los sucesos que allí se cometieron en nombre de una revolución y una concepción, como todas, arbitraria de la libertad. Fotos de los detenidos, pero también de algunos que tuvieron que trabajar allí. Gentes de campo que se tuvieron que unir a la revolución por no perder sus vidas y las de sus familiares, que sufrieron el fanatismo de una elite en el otro lado, que veían morir a sus compañeros de trabajo por negarse a aceptar las órdenes.

Se que quizás lo aquí contado allá quedado muy en el aire. La razón es que este no es un tema muy agradable de contar y, como tantas cosas que suceden en un viaje, es mas sencillo vivirlas que contarlas y mas recomendable vivirlas que leerlas. En el museo uno se siente incomodo. La energía del lugar no es muy agradable. Uno puede imaginar con facilidad lo que allí se vivió en el final de la década de los setenta. No es algo fácil sobre lo que escribir, si se quiere hacer bien y con respeto. Y sobre respeto, memoria y madurez histórica, me pregunto para cuando un museo como este sobre los crímenes de guerra durante la guerra civil y los crímenes del franquismo en especial durante los anos cincuenta.

sábado, 19 de febrero de 2011

SIEM REAP #2: Calor... mucho calor.

Después de nuestra obligada visita a las ruinas de Angkor, en las cuales hemos realizado el mayor gasto en Camboya, decidimos quedarnos unos días más para esperar a Inaki. Todo el mundo que suele molestarse en leer este blog sabe quien es, pero, por si existe el extrano caso de que haya alguien que lea este blog y no sea de mi circulo de amigos, solo decir que Inaki es un amigo de la infancia, nos conocemos desde los doce anos y seguimos en contacto de verdad, es decir, solemos vernos bastante a menudo. El empezó su viaje por Asia hace dos meses, mas o menos, por Vietnam y ahora nos hemos encontrado, como ya he dicho, por tierras camboyanas.

Como es lógico Inaki está en estos momentos realizando la visita a las ruinas. Poco más se puede hacer por esta ciudad que merezca la pena, que no sea beber, fumar o, si eres uno de esos pervertidos hijos de p... que deberian estar encerrados en la carcel mas chunga y jodida del mundo, irse a buscar sexo con menores. Esto último sucede, y no sucede en lugares oscuros a los que hay que acceder en extranas condicones. Sucede a ojos de todos en un par de clubs nocturnos. Una pena. Ya se veía también por Tailandia y según Inaki, en la zona playera del sur de Camboya sucede mucho más que aquí. Por desgracia en los países pobres la corrupción, en todos sus niveles y formas, es, no más frecuente que en los modernos países occidentales, pero sí más visible. Normal esta gente sobrevive con un suelo mensual mínimo que es inferior al coste de la entrada de tres días para Angkor. En estas condiciones es normal que accedan a cubrir y cumplir las perversiones de los blanquitos occidentales que vienen a gastar más del dinero que esta gente gana en un ano en un para de semanas sin ni siquiera sufrir por ello. Este es, por desgracia, el mundo que el capitalismo de la libertad y el progreso y sus excesos ha construido. Un mundo que por mucho cerrar los ojos no va dejar de existir.

Pero dejemos los temas desagradables. Qué sucede con Nadia y conmigo que seguimos en un lugar como este, en un lugar donde el turismo, más tradicional y más corrupto, es lo único que se puede hacer, en un lugar que todo gira, excepto las ruinas de Angkor, en una zona que es conocida oficialmente como pub street, todo un ejemplo para explicar en dos palabras lo que explicaba en el parrafo superior. Pues no lo sé. En un principio nos habíamos quedado un día más para estar con Inaki y hoy decidiriamos que es lo que haríamos. Pero Nadia, la pobre Nadia, se ha levantado con un principio de enfermedad. Un poco de fiebre y un aspecto un poco lamentable. Es algo normal, ya debía tocarle. Lleva poco más de dos semanas de viaje y es normal que, antes o después, uno, una en este caso, se ponga mala. El cambio de alimentación, el de temperatura, los nervios y demás historias que hacen que una caiga. Ya le pasó a Paloma, que sólo estubo veinte días, y al regresar a Espana cayó enferma nada más llegar. Por todo esto no sé que va ser de nosotros en los próximos días. En mi opinión, aunque sea una putada, ya que no hay nada que hacer, sería esperar a que mejorase.

Hoy es domingo, a Inaki le quedan dos días más de visita, y si Nadia no da senales de mejora. Algo se puede hacer por la zona, el problema es que todo resultaria caro. El modo de funcionar de Camboya es con Dollares americanos y Rieles, la moneda oficial del país, al mismo tiempo. Es curioso, pero cuando uno va al cajero a sacar la pasta, le da Dollares. Y, si ya es dificil acostumbrarse a una nueva moneda, imaginarse con dos. Para explicarlo rápidamente, decir que los centimos funcionan en Rieles y lo demás en Dollares. Aún así, gracias al Euro, y aunque en nuestra querida Espana nos haya jodido al encarecer todos los precios, cuando salimos fuera siempre salimos ganando. Pero bueno, a lo que iba que me voy por las ramas. Las opciones de movimiento mochilero, es decir, las opciones de movimiento en las que se gaste el mínimo dinero posible son escasas. Aquí está todo preparado para eso, para ir a las ruinas y el resto del tiempo gastarlo en la zona de bares con cerveza barata y todas las drogas y perversiones imaginables, y eso es algo que no me apetece hacer. Un par de cervezas a la noche está bien, pero poco más. Además el calor es incrible y agoviante. No sé cual es el número que marcara el termometro pero sumado a la humedad pocas ganas de moverse le entran a uno. Si no se tienen las cosas claras lo más fácil es caer en la desidia durante el día. Pasarse todo el día esperando que llegué la noche, para ir a cenar y tomarse un par de cervezas o intentar ligar con alguna estúpida guiri, sin olvidar que yo, nosotros los espanoles, también somos estúpidos guiris, que esa gracioso nombre que se se inventaron los andaluces para definir a los británicos y demás turistas del norte de europa, también es aplicable del mismo mod en nosotros. Todo un paronama de entretenimiento y emociones fuertes. En mi caso no es problema, llevo casi cuatro meses de viaje y de vez en cuando no vienen mal unos días de pereza y no hacer nada. lo jodido es lo que le toca a Nadia. Enferma, con este calor, sin nada que hacer, todo el día encerrada en la habitación. Espero que mejore pronto. Ya veremos a ver lo que sucede durante el día, aún es pronto para tomar una decisión.

jueves, 17 de febrero de 2011

ANGKOR: Cuando mi ignorancia se hizó realidad.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. En este caso no puede ser más cierto. Los últimos tres días lo hemos pasado en las ruinas de Angkor y yo, no puedo decir absolutamente nada sobre nada que este relacionado con ellas. Puedo explicar como me he sentido y demás pero sobre la historia de la civilización, que hasta este nombre desconozco, no puedo decir nada. Podría haberme preparado la entrada consultando la wikipedia o alguna página similar pero, para ser sinceros, no me apetece nada. Por eso dejo ese trabajo para quien quiera saberlo, ya sabéis, consultar por vosotros mismo el sitio que consideréis más adecuado y recrearos con las fotos que he hecho. Las primeras son del amanecer, que, curiosamente, las hice el primer día, y las últimas del atardecer, que fueron hechas el último día. ¡Qué cosas!.





















miércoles, 16 de febrero de 2011

SIEM REAP #1: Llegada a Camboya.

Ayer salimos de Bangkok, en otro de esos maravillosos viajes de agencia. De esos que te hacen sentir como un nene de colegio, y en los que sigo pensando que solo nos faltan nuestras madres esperándonos en la calle, bien para recibirnos, bien para despedirnos. Pero bueno estamos en el viaje y desde luego, aunque no deje de hacerlo, me quejo lo justo y sabiéndome afortunado de lo que estoy viviendo.

La llegada a la frontera transcurrió con normalidad. La cosa se alargo un poco, lo justo para que intentases colárnosla, sin conseguirlo, diciéndonos que si hacíamos la visa por nuestra cuenta lo mismo teníamos problemas y perderíamos el autobús. Nada más lejos de la realidad. Al llegar a la frontera la oficina de la visa estaba casi vacía, ya que casi todo el mundo, o bien traía la visa hecha de Tailandia, o bien accedieron a la vía fácil que les ofrecieron a mitad de camino. Lo primero es inteligente, pero lo segundo es de idiotas ya que tardamos poco más de diez minutos en hacer las visas y la cola real estaba en el momento en que el pasaporte debía ser sellado. Nosotros como buenos españoles, con nuestros cojones y ovarios, nos colamos de por lo menos de veinte personas, mientras que se escuchaban varias quejas sobre nuestra cultura en ingles, con la excusa de que teníamos que estar con las personas con las que habíamos viajado desde Bangkok. Algo totalmente innecesario ya que tuvimos que esperar una media hora el autobús.

Las fronteras, cuando las cruzas a pie son curiosas. Nunca lo había hecho. Y aparte de todo el papeleo y demás mamoneo, si te fijas en lo que te rodea se pueden ver muchos detalles. Principalmente las diferencias entre los dos países que comparten frontera, donde Tailandia sale ganando por goleada a Camboya. El segundo claramente es un país mucho mas pobre. Es mas parecido a India en muchos aspectos, la simple y visual pobreza, peores carreteras, peores medios de trasporte, peores condiciones de vida y esos pobres niños que se tienen que echar a la calle por si dando pena a los turistas extranjeros logran obtener unas monedas para alimentar a su familia. También uno puede percibir la corrupción, extraños choques de manos entre la policía y gentes variadas, transportistas, agentes de viajes y otros con peor aspecto. Nosotros estamos aquí, queramos o no, para hacer turismo, pero no tenemos porque dejar de ver estas cosas y mirar para otro lado.

De la frontera nos llevaron a una estación de transportes privados especial para los turistas donde nos siguieron tratando del mismo modo. Éramos nosotros los que teníamos que comprar nuestros propios billetes que ya habíamos pagado en Bangkok. El guía nos dio el dinero y nos pidió que fuésemos nosotros. ¿Por que? fácil, porque el recibe comisión si se hace de este modo. Muy elegante todo.

De la estación, tras una hora de espera, nos llevaron a Siem Reap, con las correspondientes paradas en los sitios concertados. Esto no es de extrañar, sucede en todas partes. El paisaje del sur de Camboya es plano. La expresión ancha es castilla seria muy valida también para esta zona. Me recordaba el trayecto de autobús que hay entre Madrid y Despeñaperros, pero como seria en los anos cincuenta.

Al llegar a Siem Reap, nos toco la última. En vez de dejarnos en el centro turístico como nos prometieron desde la agencia de Bangkok, nos dejaron en una estación de buses en las afueras de la ciudad donde los conductores de tuc-tuc nos estaban esperando como quien espera un plato de comida después de una larga jornada de trabajo. Fuimos de los pocos, pero no los únicos, aunque esto no es ningún consuelo, que caímos en la trampa de uno de ellos. Quien no nos engaño con el precio y las condiciones del hotel, pero si con la proximidad del hotel del centro turístico, ya que esta a un buen trecho andando. Algo de lo que, no se si para autocomplacerme, he acabado alegrándome. El centro turístico es un Kahos San Rd (el horrible centro turístico de Bangkok) en chiquitín. Un lugar llamado Pub Street con la misma cantidad de bares, guest-houses, drogas y demás servicios únicamente para el turista occidental u occidentalizado. Donde estamos esta en un sitio feo, aunque el hotel esta de la hostia, con poco que ver pero en el centro de la vida camboyana. El primer sitio donde cenamos, una excelente sopa de ternera, solo había cinco occidentales y tres de ellos éramos nosotros (en el bus conocimos a Josu, un chaval de Bilbao que anda viajando solo por el sudeste asiático y que se a unido a nosotros en esta parada). Algo que después de la experiencia tailandesa se agradece bastante.

En esta ciudad que yo sepa hay poco que hacer, a diferencia de la India no tengo ni libro ni guía de viajes y no se muy bien por donde moverme. Tampoco me importa, mi experiencia reciente me ha ensenado que siempre se conoce a gente que a viajado mas que tu, que en mi caso, por estas tierras, no es muy difícil, que te pueden dar buenos consejos. Lo único y esencial que si se puede hacer es visitar las ruinas de Angkor. Algo a lo que le vamos a dedicar tres días. Hoy ha sido el primero, y, a pesar el tremendo calor, ha sido una pasada. Miles de fotos, miles de cosas por ver y recordar. Excepto una, la puesta de sol. Una maravillosa y hermosa puesta de sol vista por todos los turistas que estábamos en Angkor pasando nuestro primer día. La puesta era irrepetible, pero la masificación ha sido muy incomoda. Había que pelearse por hacer las fotos. Nada, algo que, recordando aquellas puestas de sol que he vivido, en especial las de Hampi, por recordar la que mas me ha gustado e impresionado, donde lo mejor era la poca gente que había, no me ha dejado un buen sabor de boca.

En la próxima entrada, si la velocidad del internete del hostal, la cual es gratis, me deja colocare las mejores fotos de Angkor. Eso si que nadie pretenda que recuerde el nombre de los templos y edificaciones varias que voy a visitar en tres días.

lunes, 14 de febrero de 2011

TAILANDIA EN FOTOS

En las entradas anteriores no pude poner fotos. Ahora que puedo, pongo las fotos que en su momento quise poner y no pude. Espero que os gusten. Las siguientes serán de Camboya, donde espero dar con el pequeño duende verde.


LA FOTO MáS BONITA, LA PRIMERA... UN REGALO PARA LOS OJOS.


ESCALADORES EN ACCIóN EN Ao Ton Sai.


INCREIBLE TORRE DE PIEDRA ESCALABLE VISTA DESDE EL BARCO-TAXI DE Ao Ton Sai.


LOS MONOS DE TAILANDIA SON DIFERENTES A LOS DE LA INDIA.


LAS CABAÑAS DE Ao Ton Sai.


CIELO MORADO TRAS EL ATARDECER EN Ao Ton Sai.


ATARCEDER EN Ao Ton Sai.


VISTA DE LA PALYA DE Ao Ton Sai.


ATARDECER EN BANGKOK.


UNA SIESTECITA EN MEDIO DE LA CALLE DE BANGKOK.

sábado, 12 de febrero de 2011

AO TON SAI: El paraíso tiene peaje.

Hace una semana salimos de Bangkok. No he podido escribir antes porque en Ao Ton Sai conectarse a Internet salía muy caro y no quise hacerlo... hay que economizar. Así, por eso tengo muchas cosas que contar.

En Bangkok conocí, entre otras personas, a una pareja de chavales de Barcelona que estoy muy contento de haber conocido, Neus y Face. Dos grandes de los grandes. Dos soles que iluminaron mis días grises en Bangkok con los que surgió una amistad que espero que dure en la península. También, no me puedo olvidar, la llegada de Nadia. Otra grande. Pero eso cualquiera que la conozca ya lo sabe.

De Bangkok, a diferencia de la India salimos en un autobús fletado únicamente para turistas. Aquí somos todos guiris. No solo los rubiales. Todos, desde el más rastudo y el más punki. Pues eso, nos pusieron una pegatina en el pecho y nos metieron en un autobús. Era como volver al colegio, como si nos llevasen de campamento. Solo faltaban nuestras madres en la parada del autobús despidiéndonos. Que mal me sentí. Luego fue casi que peor. Entre la gente que pareció asumir su papel de chaval de instituto y no le importaba el trato que recibía y que el aire acondicionado estaba estropeado y nosotros estábamos sentados justo debajo de la maquina. Aquello parecía una ducha. El agua goteaba sobre mí, y por no mojarme y porque no podía dormir por las gotas que intermitentemente caían sobre mi decidí echarme sobre el suelo del bus y dormir. Fue la mejor idea que tuve. Dormí placidamente, mientras que el resto de la gente se apretaba sobre sus asientos, y tuve un bonito sueno. Es lo que tiene ser tan canijo, que se puede estar casi en cualquier parte.

Pero mereció la pena. Al llegar a Krabi, gracias a una argentina, que conocimos en el bus, salimos pitando hasta el centro del pueblo, porque ella sabía como ir y nos ahorramos el mamoneo con los conductores de taxis y tuc-tuc que estaban esperando para sacarnos los cuartos. Desde el pueblo cogimos un coche compartido que nos llevo al puerto y de hay a la bahía de Ao Ton Sai. Un paraíso en el que hemos estado una semana.

Al principio no fue todo tan bonito. Al venir de la India, los precios me parecieron abusivos, sentí que eso que para disfrutar de un lugar tan increíble había que pagar peaje, y estuve un par de días un poco entristecido sin saber que hacer. Pero poco a poco me fui adaptando y logre encontrarme en mi lugar.

El sitio es increíble. Una Bahía a la que solo se puede llegar por barca o atravesando una jungla que, lógicamente, dos blanquitos cargando con sus mochilones no pueden hacerlo muy fácilmente. En la playa nos pillamos una cabaña en medio de la montaña y disfrutamos del calor húmedo más insoportable que he sentido en mi vida. Un lugar verde, con cientos de mosquitos que nos comían vivos y arañas del tamaño de mi mano. No es tan terrible, que nadie se asuste. El lugar es increíble. Una pasada. Es un paraíso de la escalada deportiva, con vías a pie de playa de todos los grados. Un lugar al que me gustaría volver pero mas preparado, con alguien que escale y con nuestro equipo propio. No como fui esta vez que solo me lleve los gatos que Paloma me llevo a la India, los cuales están tan hechos mierdas que cuando escale me dejaron unos.

Aparte de escalar poco más se podía hacer en Ao Ton Sai. El calor del día lo frenaba todo. Y quien me conoce ya sabe lo que yo disfruto las playas, sabe que a mi eso de estar tirado en la arena sin nada que hacer poco me gusta. Aunque algo se podía hacer. Se podía ir a visitar las playas cercanas, las cuales fueron destrozadas por el tsunami de hace unos anos, se podía subir a un mirador, nadar, alquilar cayacs, nadar bucear. Es decir, las típicas y caras actividades playeras que, como he dicho, poco me gustan.

Pero la mayor sorpresa de esta semana sucedió un día que estaba soportando el calor de la tarde en el porche de la cabaña cuando de la nada, por ese camino que atraviesa la jungla y que a sus orillas se reparten las ultimas cabañas de la zona, apareció Patri la de Bilbo. Otra de esas excelentes personas que tengo la suerte de tener como amiga. Nos conocimos en Granada y desde que se fue de nuevo a Bilbao y yo volví a Madrid poco nos hemos visto, y así, sin quererlo, vamos y nos encontramos en Tailandia. ¡¡¡Pequeño mundo este!!!

Ahora de nuevo en Bangkok, poco tiempo. El suficiente para ir al nuevo destino. El rencuentro con las gentes que aquí quedaron y el relajo de estar en un lugar en el que más o menos me se mover y gastar poco dinero. Por ultimo siento no colgar fotos, ya llegaran. Hoy he olvidado el cable en el hotel y me he dado cuenta cuando ya llevaba escrito medio post. ¡¡¡Joder!!!, puta palabra, la odio, intento no escribirla y al final, cuando ya casi lo había conseguido...

miércoles, 2 de febrero de 2011

BANGKOK #2: Dias de nada y espera.

Que detesto las ciudades es un hecho que se ha demostrado en este viaje. En la India apenas he estado en sus ciudades, y en las que he estado ha sido de una manera forzada y confusa. Me remito a las entradas anteriores de este blog para volver sobre ello.

Ahora en Bangkok, más de lo mismo. Pero incluso peor. Me paso todo el día sin hacer nada. Me junto con los españoles que he conocido y no hacemos nada. Ni siquiera fumamos porros porque fumar en Tailandia es un estúpido riesgo que nadie debería correr. Esto no es la India, y aunque en el subcontinente también este prohibido fumar, cuenta con una de las policías mas corruptas y corrompibles del planeta azul.

¿Qué hacer en estas condiciones? Pues nada, dejar que el tiempo se escape. Beber cerveza y aguantar la espera. Porque realmente yo sigo en Bangkok a la espera de una nueva compañera de viaje. Otra gran amiga de esas de verdad que se va a juntar conmigo en este caminar por Asia.

Aunque sea eso lo que me mantiene atrapado en Bangkok, bien podría haberme marchado, tal como planee inicialmente, a ver alguna ciudad cercana, a hacer algo de turismo a alguna ciudad cercana... Pero principalmente por esa pereza que me caracteriza y da forma a mis días, no solo en este viaje, si no en el mundo, en mi vivir, sigo aquí en Bangkok. Por otro lado, también me he juntado con buena gente, españoles locos que andan tan perdidos como yo en busca de su destino. Una pareja de Barna que tatúan y hacen piercings, y que han venido a buscar material para su trabajo; otra pareja, en momentos críticos, que se dedican a vender ropa en festivales; y que decir de Luis y Violet, grandes donde los haya.

Además, tras mi experiencia en lugares como Khajuraho, Agra y Fatehpur Sikri en India, decidí que no iba a volver a hacer ese tipo de turismo nunca mas en mi vida. Si en España detesto las iglesias y las catedrales, y nunca voy a ellas, por que iba a hacer lo mismo en estos países. No, no way... Esperare a que la princesa vagamunda y nos iremos a la playa o a la montaña a malgastar un tiempo de la mejor manera que conozco: escalando, playeando y disfrutando con la contemplación de la nada.