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miércoles, 23 de febrero de 2011

PHNOM PENH #1: La guerra la maldita guerra.

Para esta entrada no he querido poner fotos por las razones que iré explicando a medida que el texto vaya avanzando, aunque el titulo se explica por si mismo.

Ayer por la tarde llegamos a la capital de Camboya. Después de un viaje de autobús, tras la experiencia tailandesa, en el que pudimos volver a disfrutar de la mezcla entre camboyanos y turistas. Eso es algo que siempre se agradece. En India era imposible no mezclarse entre los indios. Es mas, algunas veces, sobre todo en los autobuses, he sido el único occidental en el viaje. Por contra en Tailandia, en los tres únicos autobuses que he pillado, no había ningún tailandés en el viaje. Ahora, en Camboya la cosa no vuelve a ser tan radical como en India, pero los turistas estamos en minoría. Que por que prefiero esto, pues porque creo que en eso consiste viajar. En mezclarse un poco con la vida local, por absurdos y estúpidos que resultemos todos los guiris entre los nacionales. Lo demás es turismo.

En el día de hoy, hemos ido a sacarnos las visas para Laos. La razón principal por la que estamos en Phnom Penh. Iñaki ya ha estado aquí dos veces y, a Nadia y a mi, las ciudades nos resultan incomodas. Después de hacer todo el papeleo nos hemos ido paseando hasta el museo del genocidio. Razón por la que he decidido no poner fotos en la entrada de hoy. En la próxima entrada sobre la capital de Camboya, me extenderé más comentado la ciudad y colgare algunas de las fotos que estoy haciendo. Aun así, decir que el lo poco que he visto me ha gustado mucho mas de lo pensaba. Una ciudad grande, siempre las capitales son grandes. Pero no demasiado poblada, unos dos millones de personas. La gente parece tranquila y amistosa. Me recuerda un poco más a la India que a Tailandia. Y me encuentro mejor en ella.

El museo, el horrible y necesario museo del genocidio. Esta no ha sido una visita demasiado agradable, pero es necesario y casi obligatorio que cualquier persona que se pase por Phnom Penh visite este museo. Sin extenderme demasiado, en parte a mi ignorancia, en parte por el espacio, decir que la historia reciente de Camboya ha estado bañada en sangre. En la década de los setenta el general Pol Pot y los jemeres rojos hicieron la revolución al mismo tiempo que cometían uno de los genocidios mas horribles de la historia de la humanidad, cualquiera que quiera saber mas que visite la wikipedia o cualquier otro sitio de Internet donde le puedan informar mejor que yo.

Este museo esta para recordar las detenciones, torturas y asesinatos que se cometieron en el mismo lugar donde se sitúa el museo. Es mas, el lugar se conserva tal y como quedo después de que el régimen se terminase. El centro de detención S-21 se construyo en un centro de enseñanza de la capital de Camboya. Allí se llevaba a los detenidos y se les torturaba para que confesasen. Muchísima gente fue llevada allí. En el museo se exhiben muchas de las fotografías de los detenidos, algunas antes y otras después de la tortura, y de los muertos que no lograron superar la detención. A los detenidos se les mantenía en las peores condiciones de vida, atados a una cama y recibiendo, entre otras cosas, descargas eléctricas para que confesasen. Aparte de las palizas y otras formas de tortura que prefirieron no contar, las cuales se exhiben sin pudor en el museo. En algunas de las celdas, construidas en las antiguas aulas, aun se pueden observar gotas y manchas de sangre. De todas las personas que pasaron por este centro de detención tan solo quedan siete sobrevivientes. Así mismo, las tumbas de los últimos catorce que murieron en el centro, también están en el patio del museo.

El museo exhibe sin pudor los sucesos que allí se cometieron en nombre de una revolución y una concepción, como todas, arbitraria de la libertad. Fotos de los detenidos, pero también de algunos que tuvieron que trabajar allí. Gentes de campo que se tuvieron que unir a la revolución por no perder sus vidas y las de sus familiares, que sufrieron el fanatismo de una elite en el otro lado, que veían morir a sus compañeros de trabajo por negarse a aceptar las órdenes.

Se que quizás lo aquí contado allá quedado muy en el aire. La razón es que este no es un tema muy agradable de contar y, como tantas cosas que suceden en un viaje, es mas sencillo vivirlas que contarlas y mas recomendable vivirlas que leerlas. En el museo uno se siente incomodo. La energía del lugar no es muy agradable. Uno puede imaginar con facilidad lo que allí se vivió en el final de la década de los setenta. No es algo fácil sobre lo que escribir, si se quiere hacer bien y con respeto. Y sobre respeto, memoria y madurez histórica, me pregunto para cuando un museo como este sobre los crímenes de guerra durante la guerra civil y los crímenes del franquismo en especial durante los anos cincuenta.

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