ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

domingo, 27 de marzo de 2011

VIENTIANE: Esperando a los papers.

De las zonas rurales en las que hemos estado desde que abandonamos la capital de Camboya llegamos a otra, por llamarla de algún modo, gran ciudad. Vientiane, la capital de Laos. Lo que hemos hecho en estos días ha sido poca cosa, descansar y esperar a que Iñaki solucionase un tema suyo de curro. Poco que decir al respecto, ya que no me importo la espera porque necesitaba unos días de descanso. Aún así hicimos algunas cosas interesantes como visitar el Buda Park y algunos otros puntos turísticos. Pagodas y demás, lo mismo de siempre. Además aprovechamos para recomponer nuestros paladares occidentales visitando restaurantes de comida europea.

En las ciudades occidentales, la gente visita restaurantes asiáticos para buscar nuevas experiencias culinarias y en estos países sucede al contrario. Aunque lo que sucede realmente es que en los segundos, los restaurantes extranjeros están llenos de nostálgicos que buscan un poco de los sabores de sus casas. Eso si, lo que disfrute mas que nada fue encontrar una cafetería donde servían café de verdad, café de ese que coloca y da subidón. Nada que ver con esas cosas aguadas que suelen servir en el resto de los lugares que he estado hasta ahora. También, al margen de lo turístico, lo culinario y la movida de Iñaki estuvimos envueltos en temas burocráticos para obtener una ampliación de la visa de Laos y obtener la visa de dos meses de Tailandia. La segunda gratuita, la primera por el módico precio de unos pocos dólares.

Este ha sido un post corto. No se si alguien lo agradecerá, pero bueno poco tengo que contar sobre lo hecho en la capital de Laos.

martes, 22 de marzo de 2011

THA KHAEK y alrededores: más moto y más cuevas.

De la parada anterior en Pakse salimos hacia Tha Khaek después de un insufrible viaje de unas diez horas en un autobús local. Aunque las carreteras mejores que las Camboya e India, y peores que las de Tailandia, el viaje fue un tanto fastidioso. Yo andaba un poco de bajón. Cansado y con las tripas revolucionadas después de la comida local, no tuve un viaje muy agradable. Allí, en Tha Khaek, nos volvimos alquilar una moto para darnos una vuelta por la zona. En esta zona las cascadas son sustituidas por las cuevas. Pero todo dentro de ese turismo de aventura que Laos intenta explotar: naturaleza salvaje y caminos difíciles por zonas rurales. Esta vez la moto la alquilamos solo un día. Fuimos a ver la Buda-cave. Una cueva recién descubierta con cientos de estatuillas de Buda. Todo dentro de lo que une a todas las religiones: fe a cambio de dinero. Miles de platos con dinero para conseguir lo que quiera ser que necesite la persona que hace la ofrenda. Además, hay que sumarle el dinero que cuesta entrar a ver la cueva. Antes de esa parada paramos en otra cueva más pequeña pero de similares condiciones.

El camino en moto fue más agradable. No había que cargar con ninguna mochila y era tan solo medio día. Casi todo el rato por caminos asfaltados y con un tráfico casi inexistente. A la vuelta, tras devolver la moto, pudimos disfrutar de uno de los atardeceres más bellos que he visto desde que salí de India. A orillas del Mekong, divisando Tailandia en la orilla de enfrente, un sol anaranjado se escondía lentamente tras los edificios del país vecino. Luego lo de siempre, una cena y unas birras con la gente que conocimos en la guest-house. Unas birras y unos porros que me jugaron una mala pasada, ya que, al día siguiente desperté con una resaca que casi me fastidia la visita siguiente.

Tras, como he dicho, un mal y breve sueno, nos pusimos en pie a las seis y media para coger una mini van que nos llevase a un pueblo cuyo nombre no recuerdo. Allí pasamos solo un día. Fuimos para ver una cueva de siete kilómetros de largo que hay que recorrer en barca. Un lugar acojonante en todos los sentidos. Por un lado asombraba su belleza Y, por otro lado, asustaba un poco, ya que estar en un río atravesando una cueva puede asustar a más de uno. De hecho un par de absurdas chavalas canadienses que conocimos se tuvieron que dar la vuelta.

En el pueblo donde dormimos fue un lugar de reencuentros. Llenos de originalidad, todos los guiris, porque aquí todos los pieles pálidas somos guiris, seguimos ya sea norte-sur sur-norte las mismas rutas, por este motivo en esta ultima parada nos encontramos con una serie de gente que habíamos conocido desde nuestra llegada a Laos en Don Det. Unos más simpáticos, otros más absurdos y otros, como las chicas canadienses, absolutamente idotas. Y a este respecto, ya que estoy hablando de las chicas canadienses, no por hablar de ellas en concreto sino por lo que representan quisiera decir unas palabras sobre el occidentalismo y el turismo.

Esta claro que nunca dejaremos de ser turistas. También esta claro que yo, cualquiera que me conozca lo sabe, no soy un ejemplo moral a seguir. Pero lo que nos diferencia a unos de otros es la actitud. Hay gente que exige los mismo derechos que tiene en su país y luego trata a la gente del país como simple sirvientes y en algunos casos como esclavos. Recuerdo en la entrada a Laos, después de ser estafados por la policía de frontera, los cuales nos pidieron tres dólares en total (uno la policía de Camboya y dos la de Laos) para ponernos el sello en el pasaporte. Si dinero ni se sale ni se entra. La mayoría de la gente accedimos a pagar, total apenas eran tres dólares, y nos quejamos un poco. Pero había una parejita de franceses que se quejaron excesivamente, llamaron a su embajada y tras que su embajador les mandase a la mierda, como es lógico pagaron. Todo esto mientras que el resto de la gente estábamos esperándoles para salir con el autobús. No se callaron hasta que Iñaki y yo les dijimos que cuanta gente de Laos o Camboya, después de que estos países habían sido colonias de su maravillosa y mierdosa republica podían ir a su país con las mismas facilidades que ellos lo estaban haciendo y que si querían montar un cirio para luego pasar por el aro que se callasen la boca porque nos habían hecho esperan un rato al sol por su gilipollez. Luego están los que hablan a gritos a la peña y les exigen tener un nivel de ingles adecuado, cuando ellos no hablan una mierda del lenguaje local. Y por no hablar de los turistas, de esos que en España estamos muy acostumbrados, que solo vienen de puterío y alcoholismo...

Hoy, a pesar que he dormido de puta madre y que mis tripas parecen estabilizarse he necesitado poner estas confusas palabras. A diferencia de India, en estos países vienen mucho más turistas de este tipo. A la India también van, pero tienen otra ruta. Estos países son mas pequeños y aunque se intente evitar los principales lugares donde estas personillas se reúnen haciendo de estos países lo mismo que ha pasado con Mallorca, antes o después te cruzas con ellos y tienes que escuchar, no solo sus historias sino también ver como se creen alguien por haber estado tres semanas en un país sin haber tenido contacto, y sin siquiera haberlo intentado, con la gente local nada mas que para ser servidos.

Lo siento, esto es solo ha sido un desquite. Hoy hemos llegado a Vientiane, aunque esto es una ciudad, a pesar de lo que puede conllevar, nos vamos a quedar unos días a descansar. Esta última semana ha sido muy rápida. Muchas actividad. Demasiada para mi gusto...

viernes, 18 de marzo de 2011

PAKSE y alrededores: moto, moto, moto...

Antes de comenzar el informe sobre estos últimos días me gustaría dar un apunte sobre Don Det, la parada anterior, ya que ahora tengo la cabeza despejada de mariguanismos. Para empezar, decir que Don Det es un buen sitio. El problema es la gente que visita estos sitios, los típicos que se tiran veinte días tumbados en una hamaca veinte días y creen que han visitado otro país. Ni siquiera yo creo que dejo de ser un turista que visita de pasada los países. Pero, como dije, se pueden hacer cosas interesantes además, claro esta, de fumar un poquito. Entre todo lo que hicimos que no he contado, cabe destacar el día antes del cumpleaños de mi compadre Iñaki. Esos días fuimos a visitar el sector del sunset y allí conocimos un grupo de chavales de esos que no hacen otra cosa que fumar porros durante días y días. Eran chavales majos, a pesar de su actitud, y entre todos ellos destacaba un francés que se había tirado dos meses en la isla trabajando en una granja ecológica por el mero placer de hacerlo. Había estado dos meses en la misma guest-house, y ahora que se marcha de vuelta a Francia, la familia que le había dado alojamiento le había preparado una fiesta de despedida. Trajeron a un monje para la celebración y nosotros fuimos invitados. Comida gratis y porreteo también gratis. Una suerte. El rito, lo que recuerdo del el, consistía en unos cánticos y rituales en la que la gente se colocaba unas pulseras y se deseaban suerte para el resto del ano. Fue interesante. Y eso es todo lo que quería contar para aclarar que la estancia en Don Det ni fue tan terrible, ni fue tan fuemteada.

Ahora al lío, a explicar estos últimos días. De Don Det cogimos una minivan hasta Pakse. Aquí pasamos una noche y al día siguiente alquilamos una moto para recorrer los alrededores. Del primer día solo destacar lo absurda que puede llegar a ser la gente dondetiana. En la isla conocimos a unas francesas, de esas tipo princesa, cuando las volvimos a ver aquí, y nos dijeron que no sabían montar en moto las invitamos a pasar los días con nosotros. Ni dijeron que si ni dijeron que no. Cuando terminaron la cena, se marcharon sin decir nada. Aparte del evidente rechazo, cosa que puede molestar a cualquiera, fueron las formas. Pero, aunque, dado lo rebuenas que estaban, nos hubiese gustado echar un polvo con ellas, me alegro que decidieran no venirse y no insistiesen en ello. Como se vera mas adelante, la aventura fue demasiado dura como para tener que soportar las quejas de dos absurdas princesitas de medio pelo que se creen alguien por ser francesas y por estar buenas.

Al día siguen de ser ignorados de la peor forma posible nos pillamos una moto y salimos hacia nuestra aventura. Con toda la carretera por delante, la primera parada del día la hicimos, como no, en una catarata. Laos, al igual que Camboya, esta haciendo un buen trabajo. Excepto lugares como Don Det y una parte de Vang Vieng, en su mayoría están explotando el turismo ecológico y de aventura. La vista de las cataratas era preciosa, unos cien metros de caída del agua en dos puntos diferentes. Yo estuve en uno de los puntos más altos de las cataratas y pude asomar el hocico y ver su verticalidad. Impresionante, no hay más palabras.

Después de eso, nos aventuramos hacia el Bolaven Plateau, una enorme meseta desde la que se pueden disfrutar varias y variopintas vistas. El recorrido esta sembrado de plantaciones de café y de, como no, otra vez, varias cascadas. A pesar de haber varias plantaciones de café, cuando decidimos para a tomarnos uno, nos dieron un nescafe. Cosas de la globalización. La tarde avanzaba y nosotros como si nada. Mas preocupados por comer y disfrutar del camino que de darnos cuenta que estaba atardeciendo. ¿Y qué paso? Pues eso que la tarde se convirtió en noche. Además para más detalle, el depósito de gasolina estaba en las últimas. Ahora me río, pero en el momento mi cabeza pensaba en buscar un sitio donde dormir en medio de la nada, sin comida, sin saco, y con apenas agua. Intentamos entablar conversación en un poblado y con la gente que nos encontrábamos por el camino, y digo camino, porque a eso no se le puede llamar carretera. Pero nada, las barreras idiomáticas y la noche. Nosotros, con la única luz de una luna casi llena y la luz de la moto, seguíamos y seguíamos camino alante, atravesando incendios controlados, por llamarlos de un modo, ya que aquí, cuando se acerca la temporada de lluvias le prenden fuego al monte para que después de la lluvia crezca mas pasto para el ganado. Sin alarmarnos y con el buen trabajo de Iñaki al manillar, por fin nos aproximamos al primer pueblo. Serian las ocho de la tarde y como en el pueblo, que ni siquiera sale en el mapa que tenemos, porque es un simple cruce de carreteras con una para de autobús, estaba casi todo cerrado. Antes de decidir seguir adelante por una carretera normal, pero sin iluminación, intentamos buscar un sitio donde dormir y cenar algo, ya que, estábamos reventados. Nos costo bastante hacernos entender, y si no hubiese sido por un chaval que nos acompaño hasta el único sitio que había en el pueblo, cuyo cartel estaba escrito en Lao, imposible de comprender para nosotros, no hubiésemos llegado. Tras las formalizaciones, también nos fuimos a cenar al único sitio que estaba abierto. Ambos, tanto el hotel como el restaurante dejaban bastante que desear. Pero era lo que había y nos los quedamos. El primero era una casa normal en la que nos dejaron un cuarto sin preguntarnos nada a cambio de lo que serian cinco euros. En el segundo solo nos ofrecieron arroz blanco frió, una lata de sardinas y un par de huevos duros para cada uno. Aún así, el asqueroso menú me supo a gloria, aunque mis tripas no pensaron lo mismo.

Tras una mala noche en una incomoda cama, sin poder ducharnos tocaba ponerse en marcha. Una cagada en un sucio baño y de vuelta al mismo restaurante. Donde apenas nos dieron un café y unas insípidas galletas. Tras esto, decidimos volver a la meseta a ver por donde habíamos andado por la noche. Algunos incendios estaban aun en activo y visitamos un par de impresionantes cascadas. Después volvimos a la carretera y decidimos saltarnos una etapa para descansar un poco después del palizón del día anterior. Antes de llegar al pueblo donde teníamos pensado parar, nos detuvimos a comer en un bar de carretera. Y como no, otra vez mas cascadas... ¡¡¡joder!!! Laos y sus cascadas. Allí nos quedamos un rato sin hacer nada, intentando ligar con unas chicas locales que impresionadas por nuestras barbas y nuestra pinta de hippies intentaron hablar con nosotros. Pero ni ellas hablaban ingles, ni nosotros hablamos lao. Una pena. Tras el descanso, ya por carretera fuimos hasta Sekon el pueblo donde decidimos parar a dormir. Serian las tres de la tarde cuando llegamos. Nada que ver con el día anterior, ni por la carretera, ni por la sensación de estar perdidos. En el hotel que pillamos, gracias a Shiva, nos pudimos duchar. Aunque el hotel también dejaba mucho que desear. Eso si al menos, esta vez solo nos cobraron un pavo y medio a cada uno. Además por la noche contamos con la visita de un par de ratas que intentaron apoderarse de los restos de comida de nuestra basura. De la cena de ese día no tengo nada malo que decir. Dado que se trataba de un pueblo medianamente grande, la oferta era mucho mayor que la noche anterior. Con todo, comimos en un hotel un buen plato de Tai-Pai y nos fuimos a sobar la reventera que llevábamos. No sin antes comprar las galletas que sirvieron de cena a nuestras compañeras de cuarto. Dos ratas mucho mas amables y simpáticas que las ratas francesas (si lo se, se que hay resentimiento).

Al día siguiente, día de hoy, habiendo dormido uno mejor que el otro, y tras un buen desayuno emprendimos la vuelta a Pakse. Otra vez por una buena carretera, que nos ha hecho olvidarnos de los caminos polvorientos del primer día y de las carreteras por las que circulamos en Camboya, sin prisas pero con ganas de llegar dado el cansancio, parando en algún pueblo que otro para tomar café y comer algo y en, para variar, otra cascada, hemos ido hasta uno de los peores sitios que he visto hasta ahora en todo mi viaje incluyendo todos los países y lugares en los que he estado. Pensando que iba a ser un buen sitio, hemos ido hasta una reserva natural, hemos pagado la entrada y lo que nos hemos encontrado ha sido un puto zoo humano. En medio de la nada, con inversión extranjera, una empresa también extranjera ha montado un resort al rededor de una cascada. El sitio además de su evidente artificialidad ofrecía la vista de la cascada, un caro restaurante y un museo étnico. Y ese es el zoo humano: hacer fotitos a los indígenas. Lo peor de todo es que habían juntado a varios grupos étnicos diferentes, cada uno en su cueva-jaula, todo para el deleite del turismo. Una delicia. Asqueados y cansados, hemos pillado la moto y hemos llegado, otra vez con el depósito al pelo, hasta Pakse. Donde me encuentro escribiendo esto, sano y salvo.

Dos ultimas cosas antes de terminar. Primero, chapo, o como se escriba, por Iñaki, yo no he sido capaz de conducir la moto. A pesar de que he conducido moto en mi adolescencia, cuando llevo a alguien me emparanoio mucho. Si voy solo y me caigo, pues es mi problema. Pero cuando llevo a alguien... la cosa cambia. Segundo, estamos enteros y de puta madre. Se que hay gente que le puede preocupar lo que acaba de leer. Pero que no se preocupen, aunque algo alocados, somos bastante responsables. Estas son las aventuras que se recuerdan, las visitas a los museos pasan muy rápido al olvido.

La aventura sigue, mañana al norte...

lunes, 14 de marzo de 2011

DON DET: Cuatro mil islas en el Mekong.

Una vez se cruza la frontera de Laos y Camboya el primer sitio lógico a donde ir es Don Det, uno de esos sitios, como tantos otros, que se centran en la oferta turística para hippies y mochileros. Esto quiere decir que básicamente lo que se puede hacer aquí es playear en el río, fumar porros y beber cerveza. Y básicamente es lo que hemos hecho.

Al principio éramos tres, ahora somos dos. Nadiuskita nos ha dejado. Hace unos días se marcho a Bangkok para gastar sus últimos días en Tailandia a su bola y aquí en Laos nos hemos quedado Iñakito y yo. Después de que Nadia marchase, nos pillamos, como no, unas bicicletas y estuvimos dando vueltas por la zona. Pero el calor es tan insoportable que apenas hicimos nada. Y es lo poco que tengo de contar de este sitio en cuanto a lo que hemos hecho. Cada día que pasa, estoy más metido en el viaje y tengo menos ganas de escribir... además, la resaca por el cumpleaños de Iñaki no ayuda nada. El aire es caliente y pesado, poco se puede hacer desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde que empieza el atardecer. Atardecer que sigo visitando, pero que no fotografío, por no tener cámara propia y gasto la de Iñaki. Como dije, ya pondré unos enlaces en el blog con todas las fotos que hemos estado haciendo.

Para concluir decir que este lugar es un poco una mierda. Se esta bien, pero es de esos sitios en que no se siente la sensación de estar en Laos. No deja de ser uno de esos resorts para fumetas y la población principalmente es turista. Los de Laos que están por aquí, en su mayor parte están para currar para nosotros.

Bueno, nada más. Me doy cuenta que cada vez estos absurdos post son peores y con menos contenido. Ya llegaran los días de antes…

martes, 8 de marzo de 2011

BAN LUNG: Tierra roja

Hoy es mi última noche en Camboya, y antes de hacer el resumen de estos últimos días quisiera volver a decir que tampoco voy a poder poner fotos, la cámara sigue como esta, sin pilas. Pero que no se preocupe nadie, pronto pondré unos enlaces con todas las fotos de este viaje, tanto las de India, como todas las demás, de uno de esos álbumes picasa.

En esta ultima parada en Camboya hemos hecho poco mas o menos lo mismo pero algo distinto [same same, but diferent]. El primer día lo dedicamos a descansar y a organizar la llegada a Laos. Después de doce horas gastadas en tres autobuses locales, pocas ganas teníamos de hacer nada. Así, con esas nos dedicamos a buscar buenos sitios para comer, los billetes de autobús y los alquileres para las motos de hoy. Dimos varias vueltas y en todos lados nos ofrecían el mismo precio. Al final, uno de los chicos de la guest house nos confeso que esta todo acordado para que no allá batallas desleales por el precio. Algo que me parece muy bien, aunque seamos nosotros, los turistas occidentales, los que salimos perdiendo.

El siguiente día fuimos andando, en una marcha de cinco kilómetros hasta un lago, otro nombre que no he sido capaz de memorizar, maldita memoria y raros nombres en un extraño idioma. Pero da igual, ya lo veréis en fotos, el sitio es increíble es un lago que sea formado en el cráter de un volcán inactivo y que es sagrado para no se que tribu de la zona. Allí nos dimos unos baños y pasamos un par de horas.

El mejor día ha sido el de hoy. Nos hemos alquilado unas motos y hemos ido hasta un rió. Allí nos hemos pillado unas barcas y hemos ido hasta una aldea tribal. Hemos pasado allí unas horas y hemos visitado su cementerio. En la aldea no he podido dejar de sentirme como si estuviese visitando un zoo. Hemos pagado el derecho de visita al jefe tribal y hemos estado paseando por la zona con un matrimonio checo y sus conductores de moto, los cuales nos han estado explicando las características de la tribu y de la zona. Lo que si ha sido bastante interesante ha sido el cementerio tribal. Algo totalmente opuesto a lo que estamos acostumbrados a ver en occidente. Pequeñas construcciones de madera donde cada matrimonio es enterrado. El segundo en morir es el encargado de construir su propia tumba para el y para su pareja. Y en vez de llorar, la tribu hace una celebración de tres días por el muerto.

Me gustaría ser más extenso en lo que estoy contando. Pero van a cerrar el restaurante donde solemos cenar y lo primero es lo primero. Además vuelvo a decir lo mismo, estas cosas son mejor vivirlas. Recomiendo a todo el que me este leyendo que si tiene la menor oportunidad de venir a Camboya que no dude en hacerlo y utilice lo aquí contado como guía en su viaje, intentando llegar mucho mas allá de lo que yo lo he hecho. Camboya es un país increíble lleno de gente amistosa. A pesar de su reciente negra historia se esta abriendo al turismo y lo esta haciendo de una manera muy aceptable. Por esto mismo, antes de que las ansias de dinero conviertan a este país en otra Tailandia, hay que venir a visitarlo, porque es lo que ha sucedido en el sur, en su lugar e costa, y en la ciudad cercana a Angkor, Siem Reap, donde esta ya todo corrompido. Phnom Penh, no deja de ser una capital, y como todas, es como es. Pero una vez se sale de Siem Reap y el sur, lugar que no he visitado, el país cambia y se entra en un mundo que vuelvo a recomendar para ser visitado.

La historia sigue en Laos...

jueves, 3 de marzo de 2011

SEM MONOROM

En este post tampoco voy a poder colgar fotos. Las pilas de la cámara se me acabaron hace una semana y por estas latitudes las pilas son un producto de lujo, son demasiado caras y estoy esperando en llegar a algún lugar más turístico para encontrarlas más baratas. Pero no os preocupéis, queridos amigos lectores, uno de mis compañeros de viaje esta haciendo un montón de fotos que esta colgando en un álbum de picasa y en poco tiempo pondré el enlace para que se puedan ver no una, sino cientos de fotos.

Bueno al lío...

Desde Kratie llegamos a Sem Monorom y aquí hemos estado cinco días de los cuales solo hemos parado un poco hoy para descansar. El primer día Iñaki y yo nos alquilamos unas bicicletas, Nadia estaba un poco mala del estomago y se quedo en la guest-house descansando. El paseo fue bastante entretenido, pero tremendamente cansado. Me acorde mucho de Palomeque y del Pipoñeko, mis habituales compañeros de bicicleta. Creo que les hubiese gustado mucho el paseo. Visitamos unas cuantas cataratas, las cuales estaban un poco secas, dada la época del ano, pero aun permanecían bastante hermosas. Es lo cojonudo de viajar. Aunque las cosas parezcan similares, siempre se encuentran diferencias. Agradables diferencias. También, a lo largo de esta marcha, visitamos unas aldeas donde viven una de las minorías étnicas (maldita e innecesaria expresión) de Camboya. La gente, ya que no están muy acostumbradas a la presencia de occidentales en sus tierras nos miraban con asombro. Me imagino que se preguntarían que cono están haciendo estos dos idiotas subidos en unas bicis por aquí. Idiotas o no allí estábamos. La marcha siguió hasta que el calor apretó demasiado y decidimos ir de vuelta a la guest para estar con Nadia y comer algo.

El siguiente día con Nadia un poco recuperada nos alquilamos unas motos y fuimos un poco más lejos. Fuimos a otras cataratas, esta parece ser la región de las cataratas. Debido a las características del terreno, hay montones de ellas a lo largo del transito del río. La que visitamos esta vez se encontraba a unos 35 kilómetros, razón por la cual pillamos las motos. Allí conocimos a Nina y a Mot. Una chica alemana y su guía local. Dos personas bastante agradables y de buen trato. Con los que hicimos planes los siguientes días. Después de las cataratas nos dimos unos baños en el río y fuimos hasta una plantación de café donde comimos y disfrutamos de un exquisito café local que nada tiene que envidiarle a de casa. Mas bien al contrario. Tras esto volvimos al hostal, nos duchamos, ya que estábamos de polvo hasta las orejas, ya que aquí las carreteras no son de asfalto si no de arena. Tras la ducha una buena y copiosa cena, unos billares con los trabajadores del hostal y de hay como piedras a la cama.

Los siguientes días fueron los mas interesantes, no solo aquí si o en todo el sudeste asiático. Con Nina y Mot, planeamos hacer un treking. Mot seria nuestro guía por un precio bastante inferior que el que suelen ofertar la mayoría de los centros oficiales de turismo. Aunque este tipo conocía los lugares a visitar bastante bien, de manera inmejorable, le faltaba un poco de logística. De todas formas, más allá de esos pequeños fallos, el paseo fue inmejorable. Visitamos varias, como no, cascadas, cuevas, y diferentes lugares a medida que íbamos atravesando la jungla. Algunos videos que en un futuro veréis, os lo garantizo, habrá risas. Como adelanto, os cuento que comimos arañas de río. Todo un manjar no apto para personas delicadas. Después de varias horas andando llegamos a una granja donde vive una familia formada por el matrimonio y sus ocho hijos para pasar la noche. A pesar de la infranqueable barrera lingüística, ya que esta familia pertenece a la misma minoría étnica del pueblo al que Iñaki y yo llegamos con las bicicletas, su hospitalidad fue inmejorable. Y aunque dormí como bastante incomodo en la hamaca que fui cargando durante la marcha no tengo nada que reprocharle a esta familia. Los niños eran la hostia, jugaban con nosotros y mostraban, a pesar de su timidez, bastante interés por nosotros. El matrimonio iba mas a lo suyo, parecían un hombre y una mujer que llevan una vida bastante dura y aún así tienen tiempo de sonreír a un grupo de turistas, por mucho que lo queramos nunca dejaremos de ser turistas, que aparecen por su casa. Allí cenamos un simple plato de arroz con vegetales y carne y tras una conversación acompañada de licor de arroz nos fuimos a la cama.

El día siguiente fue bastante mas duro. La marcha de vuelta era mucho mas larga, el calor apretaba bastante y, ya que había, como he dicho, dormido fatal, tenía un terrible dolor de cabeza. En el día anterior la marcha tenia mas paradas. En este caso, había solo una. El mismo sitio donde comimos y nos bañamos en un río con un salto de unos diez metros, el cual, por supuesto, hice. Tras esta parada y nuestro pequeño almuerzo seguimos la marcha. Esta vez, para mí, no para otros, la marcha fue mas tranquila. El dolor de cabeza había desaparecido y, gracias a la comida y al subidón de adrenalina que me dio el salto de diez metros, me encontraba bastante bien. Tras dos horas de marcha llegamos al punto donde nos recogieron para llevaros de vuelta al pueblo y de ahí de nuevo a la guest. Allí nos duchamos y cenamos.

Tras la cena, recibimos la visita de Nina; Gary, un francés que también nos acompaño a la marcha; y de Sebastian y Anna, una pareja que esta hospedada en el mismo hostal que Nina. Aquí nos acompañó una chica austriaca que esta hospedada en la misma guest-house que nosotros. Todos juntos nos tomamos unas cervezas e intercambiamos aventuras e información sobre los sitios que habíamos visitado. Una de esas agradables veladas que siempre, antes o después, surgen entre viajeros. Nuevos amigos que nunca sabremos si volveremos a vernos, buena gente que sigue escribiendo en el libro rojo.

Seguro que me he olvidado de un montón de detalles. Es difícil escribir en poco menos de una hora sobre todas las cosas con todos sus detalles que nos han sucedido en estos días. Pero bueno, estas cosas se viven. Cantándolas uno siempre se deja algo y ficciona otras. Aún así, han sido unos días cojonudos...