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jueves, 3 de marzo de 2011

SEM MONOROM

En este post tampoco voy a poder colgar fotos. Las pilas de la cámara se me acabaron hace una semana y por estas latitudes las pilas son un producto de lujo, son demasiado caras y estoy esperando en llegar a algún lugar más turístico para encontrarlas más baratas. Pero no os preocupéis, queridos amigos lectores, uno de mis compañeros de viaje esta haciendo un montón de fotos que esta colgando en un álbum de picasa y en poco tiempo pondré el enlace para que se puedan ver no una, sino cientos de fotos.

Bueno al lío...

Desde Kratie llegamos a Sem Monorom y aquí hemos estado cinco días de los cuales solo hemos parado un poco hoy para descansar. El primer día Iñaki y yo nos alquilamos unas bicicletas, Nadia estaba un poco mala del estomago y se quedo en la guest-house descansando. El paseo fue bastante entretenido, pero tremendamente cansado. Me acorde mucho de Palomeque y del Pipoñeko, mis habituales compañeros de bicicleta. Creo que les hubiese gustado mucho el paseo. Visitamos unas cuantas cataratas, las cuales estaban un poco secas, dada la época del ano, pero aun permanecían bastante hermosas. Es lo cojonudo de viajar. Aunque las cosas parezcan similares, siempre se encuentran diferencias. Agradables diferencias. También, a lo largo de esta marcha, visitamos unas aldeas donde viven una de las minorías étnicas (maldita e innecesaria expresión) de Camboya. La gente, ya que no están muy acostumbradas a la presencia de occidentales en sus tierras nos miraban con asombro. Me imagino que se preguntarían que cono están haciendo estos dos idiotas subidos en unas bicis por aquí. Idiotas o no allí estábamos. La marcha siguió hasta que el calor apretó demasiado y decidimos ir de vuelta a la guest para estar con Nadia y comer algo.

El siguiente día con Nadia un poco recuperada nos alquilamos unas motos y fuimos un poco más lejos. Fuimos a otras cataratas, esta parece ser la región de las cataratas. Debido a las características del terreno, hay montones de ellas a lo largo del transito del río. La que visitamos esta vez se encontraba a unos 35 kilómetros, razón por la cual pillamos las motos. Allí conocimos a Nina y a Mot. Una chica alemana y su guía local. Dos personas bastante agradables y de buen trato. Con los que hicimos planes los siguientes días. Después de las cataratas nos dimos unos baños en el río y fuimos hasta una plantación de café donde comimos y disfrutamos de un exquisito café local que nada tiene que envidiarle a de casa. Mas bien al contrario. Tras esto volvimos al hostal, nos duchamos, ya que estábamos de polvo hasta las orejas, ya que aquí las carreteras no son de asfalto si no de arena. Tras la ducha una buena y copiosa cena, unos billares con los trabajadores del hostal y de hay como piedras a la cama.

Los siguientes días fueron los mas interesantes, no solo aquí si o en todo el sudeste asiático. Con Nina y Mot, planeamos hacer un treking. Mot seria nuestro guía por un precio bastante inferior que el que suelen ofertar la mayoría de los centros oficiales de turismo. Aunque este tipo conocía los lugares a visitar bastante bien, de manera inmejorable, le faltaba un poco de logística. De todas formas, más allá de esos pequeños fallos, el paseo fue inmejorable. Visitamos varias, como no, cascadas, cuevas, y diferentes lugares a medida que íbamos atravesando la jungla. Algunos videos que en un futuro veréis, os lo garantizo, habrá risas. Como adelanto, os cuento que comimos arañas de río. Todo un manjar no apto para personas delicadas. Después de varias horas andando llegamos a una granja donde vive una familia formada por el matrimonio y sus ocho hijos para pasar la noche. A pesar de la infranqueable barrera lingüística, ya que esta familia pertenece a la misma minoría étnica del pueblo al que Iñaki y yo llegamos con las bicicletas, su hospitalidad fue inmejorable. Y aunque dormí como bastante incomodo en la hamaca que fui cargando durante la marcha no tengo nada que reprocharle a esta familia. Los niños eran la hostia, jugaban con nosotros y mostraban, a pesar de su timidez, bastante interés por nosotros. El matrimonio iba mas a lo suyo, parecían un hombre y una mujer que llevan una vida bastante dura y aún así tienen tiempo de sonreír a un grupo de turistas, por mucho que lo queramos nunca dejaremos de ser turistas, que aparecen por su casa. Allí cenamos un simple plato de arroz con vegetales y carne y tras una conversación acompañada de licor de arroz nos fuimos a la cama.

El día siguiente fue bastante mas duro. La marcha de vuelta era mucho mas larga, el calor apretaba bastante y, ya que había, como he dicho, dormido fatal, tenía un terrible dolor de cabeza. En el día anterior la marcha tenia mas paradas. En este caso, había solo una. El mismo sitio donde comimos y nos bañamos en un río con un salto de unos diez metros, el cual, por supuesto, hice. Tras esta parada y nuestro pequeño almuerzo seguimos la marcha. Esta vez, para mí, no para otros, la marcha fue mas tranquila. El dolor de cabeza había desaparecido y, gracias a la comida y al subidón de adrenalina que me dio el salto de diez metros, me encontraba bastante bien. Tras dos horas de marcha llegamos al punto donde nos recogieron para llevaros de vuelta al pueblo y de ahí de nuevo a la guest. Allí nos duchamos y cenamos.

Tras la cena, recibimos la visita de Nina; Gary, un francés que también nos acompaño a la marcha; y de Sebastian y Anna, una pareja que esta hospedada en el mismo hostal que Nina. Aquí nos acompañó una chica austriaca que esta hospedada en la misma guest-house que nosotros. Todos juntos nos tomamos unas cervezas e intercambiamos aventuras e información sobre los sitios que habíamos visitado. Una de esas agradables veladas que siempre, antes o después, surgen entre viajeros. Nuevos amigos que nunca sabremos si volveremos a vernos, buena gente que sigue escribiendo en el libro rojo.

Seguro que me he olvidado de un montón de detalles. Es difícil escribir en poco menos de una hora sobre todas las cosas con todos sus detalles que nos han sucedido en estos días. Pero bueno, estas cosas se viven. Cantándolas uno siempre se deja algo y ficciona otras. Aún así, han sido unos días cojonudos...

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