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sábado, 12 de febrero de 2011

AO TON SAI: El paraíso tiene peaje.

Hace una semana salimos de Bangkok. No he podido escribir antes porque en Ao Ton Sai conectarse a Internet salía muy caro y no quise hacerlo... hay que economizar. Así, por eso tengo muchas cosas que contar.

En Bangkok conocí, entre otras personas, a una pareja de chavales de Barcelona que estoy muy contento de haber conocido, Neus y Face. Dos grandes de los grandes. Dos soles que iluminaron mis días grises en Bangkok con los que surgió una amistad que espero que dure en la península. También, no me puedo olvidar, la llegada de Nadia. Otra grande. Pero eso cualquiera que la conozca ya lo sabe.

De Bangkok, a diferencia de la India salimos en un autobús fletado únicamente para turistas. Aquí somos todos guiris. No solo los rubiales. Todos, desde el más rastudo y el más punki. Pues eso, nos pusieron una pegatina en el pecho y nos metieron en un autobús. Era como volver al colegio, como si nos llevasen de campamento. Solo faltaban nuestras madres en la parada del autobús despidiéndonos. Que mal me sentí. Luego fue casi que peor. Entre la gente que pareció asumir su papel de chaval de instituto y no le importaba el trato que recibía y que el aire acondicionado estaba estropeado y nosotros estábamos sentados justo debajo de la maquina. Aquello parecía una ducha. El agua goteaba sobre mí, y por no mojarme y porque no podía dormir por las gotas que intermitentemente caían sobre mi decidí echarme sobre el suelo del bus y dormir. Fue la mejor idea que tuve. Dormí placidamente, mientras que el resto de la gente se apretaba sobre sus asientos, y tuve un bonito sueno. Es lo que tiene ser tan canijo, que se puede estar casi en cualquier parte.

Pero mereció la pena. Al llegar a Krabi, gracias a una argentina, que conocimos en el bus, salimos pitando hasta el centro del pueblo, porque ella sabía como ir y nos ahorramos el mamoneo con los conductores de taxis y tuc-tuc que estaban esperando para sacarnos los cuartos. Desde el pueblo cogimos un coche compartido que nos llevo al puerto y de hay a la bahía de Ao Ton Sai. Un paraíso en el que hemos estado una semana.

Al principio no fue todo tan bonito. Al venir de la India, los precios me parecieron abusivos, sentí que eso que para disfrutar de un lugar tan increíble había que pagar peaje, y estuve un par de días un poco entristecido sin saber que hacer. Pero poco a poco me fui adaptando y logre encontrarme en mi lugar.

El sitio es increíble. Una Bahía a la que solo se puede llegar por barca o atravesando una jungla que, lógicamente, dos blanquitos cargando con sus mochilones no pueden hacerlo muy fácilmente. En la playa nos pillamos una cabaña en medio de la montaña y disfrutamos del calor húmedo más insoportable que he sentido en mi vida. Un lugar verde, con cientos de mosquitos que nos comían vivos y arañas del tamaño de mi mano. No es tan terrible, que nadie se asuste. El lugar es increíble. Una pasada. Es un paraíso de la escalada deportiva, con vías a pie de playa de todos los grados. Un lugar al que me gustaría volver pero mas preparado, con alguien que escale y con nuestro equipo propio. No como fui esta vez que solo me lleve los gatos que Paloma me llevo a la India, los cuales están tan hechos mierdas que cuando escale me dejaron unos.

Aparte de escalar poco más se podía hacer en Ao Ton Sai. El calor del día lo frenaba todo. Y quien me conoce ya sabe lo que yo disfruto las playas, sabe que a mi eso de estar tirado en la arena sin nada que hacer poco me gusta. Aunque algo se podía hacer. Se podía ir a visitar las playas cercanas, las cuales fueron destrozadas por el tsunami de hace unos anos, se podía subir a un mirador, nadar, alquilar cayacs, nadar bucear. Es decir, las típicas y caras actividades playeras que, como he dicho, poco me gustan.

Pero la mayor sorpresa de esta semana sucedió un día que estaba soportando el calor de la tarde en el porche de la cabaña cuando de la nada, por ese camino que atraviesa la jungla y que a sus orillas se reparten las ultimas cabañas de la zona, apareció Patri la de Bilbo. Otra de esas excelentes personas que tengo la suerte de tener como amiga. Nos conocimos en Granada y desde que se fue de nuevo a Bilbao y yo volví a Madrid poco nos hemos visto, y así, sin quererlo, vamos y nos encontramos en Tailandia. ¡¡¡Pequeño mundo este!!!

Ahora de nuevo en Bangkok, poco tiempo. El suficiente para ir al nuevo destino. El rencuentro con las gentes que aquí quedaron y el relajo de estar en un lugar en el que más o menos me se mover y gastar poco dinero. Por ultimo siento no colgar fotos, ya llegaran. Hoy he olvidado el cable en el hotel y me he dado cuenta cuando ya llevaba escrito medio post. ¡¡¡Joder!!!, puta palabra, la odio, intento no escribirla y al final, cuando ya casi lo había conseguido...

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