Todos los días atrapado en el mismo día. Un sólo día en torno a un trabajo de peón oficinista. Otra página más en mi abultado currículo de trabajos de mierda, de los cuales ninguno duró tanto como el de ahora.
Desde la amplitud del ventanal, observo como empieza otra primavera. En ella busco una salida, una salida distinta que no me lleve ni a Granada, ni a Ella, ni a ningún otro lugar de aquel pasado que hace tiempo que ya no está.
El horizonte es mío. Más allá de la pantalla del ordenador hay un lugar donde las palabras escriben otra historia, donde las palabras programaran algo distinto: otra Granada, otra Ella... un futuro diferente al que pretende sobrevivir este perecedero presente.
Una línea de fuga, un punto de ruptura de la narración prevista...
martes, 18 de mayo de 2010
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