LUZ

Vuelve la luz. Ahora, cuando comienza otro invierno
regresa a mí
un tenue palpitar de la esperanza. Una salida. Un, nuevo, comienzo.
Sendero sinuoso por el que abandono la sombra
del abatimiento. Escollo
en el que encalló mi navío. El único
que tengo
que es mi cuerpo.
Y hacia una antigua y conocida
luz
caminando, sin los lastres del miedo y la ansiedad,
me dirijo.

HIPéRBOLE

Acaso, no soy más que un pensamiento nómada. Designio que olvidó su propósito y, entorno a su propia ausencia, quedó varado, blandiéndose en el suelo, como una ficción de agua, en una simulación de profundidad.

RINCóN DE SOLEDAD

El interior de un cuadro pixelado en un instante no detenido: una hoja arrancada del cuaderno planeando sobre el suelo, un disco rallado que repite los mismos compases de la canción, un teclado que no funciona y me devuelve, bolígrafo en mano, al cuaderno, un perro dormido cambiando de postura en el sillón, una rueda de bicicleta pinchada pidiendo una nueva oportunidad, el calor que no consigue detener el tiempo, apenas estirarlo un poco.

FUEGO

Tus ojos, dos bolas de fuego en los que se perdía mi horizonte con cada atardecer; dos bolas de fuego en donde ardían todas las palabras que tenía para pensarte.

ESPLíN

Al cerrarlos, mis ojos recogen la cosecha de los días pasados: los recuerdos permanecen yertos sobre el suelo de mi memoria, como las hojas caídas de un árbol, secándose lentamente entre otros restos tratando de ser otra vez en el polvo.

TARDE EN CALMA

En un tranquilo suceder, las horas pasan sin ser vistas, confundidas entre las melodías de viejas canciones. Mientras tanto, yo me dejo caer sobre el teclado sin saber cuanto tiempo permaneceré en él.
No importa, son sólo unas pocas horas. Porciones de tiempo objetivadas que nada saben del pulso de los corazones.

NADA

Nada. Me han cambiado el escenario. Es uno de esos días que, de repente, sin previo aviso, da la impresión de que todo es distinto, un día en los que te sientes tu mismo -cómo si eso significase algo- pero todo lo demás, sin dejar de resultarte familiar, es distinto. Un desajuste en la cotidianidad.

AMENAZANDO TORMENTA

El cielo se cubre de nubes
anunciando lluvias,
amenazando tormenta.
Un respiro a tanto calor,
una tregua a la sequía
con la que el verano castiga
a los que permanecen
en la ciudad.

[aún así, el cielo
no me traerá lo que deseo:
la humedad que se acumula
entre tus piernas].