En un tranquilo suceder, las horas pasan sin ser vistas, confundidas entre las melodías de viejas canciones. Mientras tanto, yo me dejo caer sobre el teclado sin saber cuanto tiempo permaneceré en él.
No importa, son sólo unas pocas horas. Porciones de tiempo objetivadas que nada saben del pulso de los corazones.
sábado, 4 de septiembre de 2010
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