martes, 18 de octubre de 2011
EL CIELO DE MADRID #6
Por más que lo intento,
por más que trato de imponérmelo,
sigo sin poder querer ir al centro.
Mi suerte ha decidido mi soledad,
ha escogido por mí la distancia
en la que poder ver caer la tarde
sin estar en la tarde más que apartado de ella.
Lo triste, que no lo sufro. Cada día
la tarde cae, como tantas otras cosas,
en la suspensión resignada,
una tranquilidad que no cesa,
una tranquilidad tibia e indolora.
Tan sólo la tarde cayendo:
una tarde que da el color más bello,
un horizonte de luz. Esa luz
que nunca es más
que en el crepúsculo. Allí donde
todo empieza de nuevo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario