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(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

jueves, 13 de octubre de 2011

JUSTICIA

Ayer conocí, en un bar cualquiera, a un pobre
borracho infeliz, desesperado y abandonado.
Me contó: llevo dos años en el paro,
como tantos otros, le dije, no hagas un drama.
Hace dos años que salí de prisión, continuó, y nadie quiere
darme trabajo. No le pregunté qué le había llevado
al talego, tan sólo insistí, que no perdiese la paciencia,
son malos momentos para todos, le dije,
en los últimos dos años sólo he trabajado unos seis meses,
lo último que se pierde es la esperanza.
Una salida fácil, pensé, para terminar la conversación.
Él, con la mirada perdida en el vacío
que se esconde tras todas las copas de cerveza,
intento permanecer en silencio y asumir su suerte,
pero no pudo, llevo un tiempo inconfesable, continuó,
que no follo sin pagar. Joder, pensé, ni sé que decir ni
puedo ayudarle, le mire y, pensando en su silencio que no llegaba,
conteste, piensa en los que ni siquiera pueden hacerlo.
Puso una sonrisa que decía, muy bien, eso a mí no me vale.
y paso un tiempo en el que no nos dijimos nada.
Ya no le servían más, ni él tenía dinero
ni me dejaron que le invitase a la última.
Si quieres beber con él te marchas a otro lugar,
me dijo la camarera. Pero insistí,
ponle la última y consigo que se vuelva a su casa.
Así fue. Se tomó la última cerveza de un trago,
y antes de marchar soltó su última perla,
eres un buen tipo, llevo cinco horas en este bar,
y el único que ha querido hablar conmigo has sido tú.
No te preocupes, le dije, yo también sé lo que es estar solo,
pero si te soy sincero, lo mejor es que dejes de beber
y te vayas a dormir la mona.
Se río y dijo, ni me importa no tener trabajo ni follar pagando,
lo peor de todo es que hace un mes la policía mato a mi hermano,
le dieron tres tiros en el pecho cuando salía corriendo
tras atracar un banco.
El entendió mi mirada.
No hace falta que digas nada, me marcho,
gracias por hablar un rato conmigo.
Pasaron algunas horas, y cuando decidí volver a mi casa,
él estaba durmiendo la mona en un banco del parque.

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