hace frío, mucho frío, pero no importa
una pasión tiene estas cosas:
el sufrimiento es solo un medio para alcanzar el placer buscado
el medio para la consecución del deseo
el resto de la expedición llega, pitan desde el coche
y tras empacar todos los bultos
sólo la carretera nos espera
desde madrid
unos cuantos kilómetros por delante, desconozco la cantidad
una autovía y carreteras secundarias
hasta algún punto entre ávila y extremadura
también lo desconozco, la geografía nunca fue lo mío, además
tampoco importa el nombre del lugar
su disposición geopolítica
lo importante es el lugar en si:
una enorme pared granítica en la sierra de gredos
por la que ascenderemos lentamente
tras casi dos horas de circulación
aquí ya todo es distinto: el olor, el aire, la tranquilidad
un café con bollitos de chocolate para unos
un café con un petardo de chocolate para otro
cargamos la botellas con agua de manantial
y nos preparamos para el último tramo de carretera
curvas y más curvas, sin prisas, hasta llegar a nuestro destino
nos espera una aproximación de una media hora
hasta el pie de la montaña
nos espera para unos, la esteban-altieri
para otros, la coney island
y así, entre pilla y reuniones, alcanzamos nuestro objetivo
la cima de la pared, unos 200 metros de granito
en los que disfrutamos sin palabras, aquí todo eso se pierde
aquí todo eso es innecesario: una poética silenciosa
el placer de compartir la confianza, el silencio que requiere
la buena amistad, la confianza en el otro es lo único importante
descendemos, rapeles y destrepes, hasta el punto de partida
vuelven las palabras, entre bocadillos, petardos y frías cervezas
comentamos esta y otras jugadas
conversaciones sin importancia, risas
nos gusta estar aquí, sentados secándonos al sol
después de un trabajo satisfactorio y bien hecho
ahora nos espera el retorno, recorrer de vuelta
el camino ya hecho, la carretera, la vuelta al hogar
el regreso a lo cotidiano, la espera
hasta otro día como este
no es un adiós, es un hasta luego
el brillo en los ojos en la despedida
y esas interminables paredes de roca
a las que nunca encontraremos fin