sufriendo la primera ola de calor del verano
más de treinta grados a la sombra
y en las cumbres de guadarrama
persisten manchas de nieve en la cara sur
deseantes, como aquellas máquinas, de ser holladas
pasan los días
y la diosa de ojos de gata
piel blanca como la misma nieve
sigue haciéndome creer que también me mira
y un mismo deseo
de llegar a su cumbre
de hollar, donde nadie a hollado
también persiste
también persiste