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(ricardo piglia)

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(pentti saarikoski)

jueves, 9 de junio de 2011

EL úLTIMO HOMBRE.

El tiempo acumulado en años empieza a dispersarse mientras camino entre los escombros de este paraje incierto, paisaje asolado por una irrefrenable deriva. No queda nada en pie, oscuras sombras, destellos de algo que ya pasó. En el horizonte, un sol inmóvil no hace por subir ni por bajar, confundiéndose el alba con el atardecer en un perpetuo crepúsculo. El horizonte se llena de luz, esa luz que sólo hay en momentos como este, una luz alargada, eterna, sin brillo ni reflejo. No siento nada ni a nadie. Creo estar en un enorme desierto. Edificios derruidos y calles llenas de escombros. Ando sin saber a donde, camino y decido ir hacia donde se encuentra el sol inmóvil, voy hacia a él, voy hacia el horizonte, hacia el precipicio final, en busca del fin del tiempo.

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