no es hora
más que
de esconderse
en la noche
que se cierra y cierra
todo con ella,
es hora de
decir adiós,
de entrar por la puerta
principal y hacer
una reverencia protocolaria
a este vacío de ausencias;
quedarse quieto
y ver la noche pasar
por la ventana:
la siniestra presencia
del recuerdo
que se sobreviene
en estos momentos
donde las horas
no importan,
donde
todo son palabras,
imágenes, metáforas,
nadas reflejadas
en unos ojos
ciegos
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