Oh el silencio, en esta soleada tarde ausente de lirismos
la única pretensión es la nada,
me basta con la contemplación muda de este día que se apaga
aquí, en el promontorio, donde el canto de unos pajarillos, me acompañan.
Las ofrendas de Rabindranath han guiado parte del trayecto al infierno de lo real
donde las ilusiones se tornan en viajes de ida y vuelta,
pues si ti, no hay regreso; sin ti, aurora, el sentido no tiene esperanza
y el frío viento de invierno suave sopla sobre mi rostro y lo limpia.
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