recuerdo, cómo no hacerlo, aquellos veranos de san rafael
la inmensidad del tiempo sin fin en la adolescencia
no teníamos grandes festines, clase obrera
vivíamos entre nuestros primeros botellones
gamberradas ya no tan infantiles que rozaban el crimen
y aquel misterio que empezábamos a descubrir: la mujer
recuerdo a esther, su pelo moreno, sus enormes pechos
aquella vez que dijo: quiero que seas el primero
y así fuimos el uno para la otra
también recuerdo
aquel grupo de muchachas, siempre juntas por la plaza del pueblo
nuria, miriam y vanesa
yo, sólo tuve ojos para la última
también morena, con un delicioso trasero
que apenas me dejo tocar, era del pueblo, era muy religiosa
yo la deseaba, era ella la fuente de mi deseo, pecado que no cometí
el verano de mil novecientos noventa y…allí quedó todo
en la profundidad del recuerdo
eterna misma historia, distinta época, distinta trama
aunque la mía más breve
una economía mayor de palabras en tiempos de crisis
ahora, tras dos de siete y mil ciento sesenta páginas
vamos a por el tercero