ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

sábado, 3 de agosto de 2013

EL PáJARO

como si fuese día laborable, a las 5:30 a.m.
suena el despertador
todo por un único objetivo: evitar el calor
no queremos deshacernos como velas de cera
en medio de la pared de granito que pretendemos subir

tras un desayuno espartano (no puede ser de otro modo)
bajo a la calle, aún de noche, y allí está i. esperándome

mientras lentamente va amaneciendo
una carretera desierta nos lleva hasta la entrada de la pedriza
para nuestra sorpresa, un chaval con cara asustadiza nos dice
que todavía no está permitida la entrada,
nos dice que tenemos que que esperar hasta la ocho

son las siete en punto
podíamos a ver dormido una hora más
normas absurdas pero necesarias, qué le vamos hacer
resignados, entre risas nos vamos al pueblo
y para hacer tiempo, desayunamos por segunda vez

al volver no somos los primeros
unos diez coches hacen cola para entrar
familias de domingueros, montañeros y otros escaladores
que también buscan
cada uno a su modo
su manera de huir de la ciudad

por fin abren, entramos
y siguiendo la misma fila de coches
llegamos hasta canto cochinos
último punto donde podemos dejar el coche
allí, los que hicieron noche, empiezan a despertar
nosotros, preparamos los bártulos
y comenzamos a caminar
tenemos una hora y pico por delante hasta la base de la vía

llegamos, ante nosotros la oeste del pájaro
nos repartimos los cacharros e i.
con esa sonrisa suya, me dice que empiezo yo
sin pensármelo me pongo a ello
y rápidamente me doy cuenta que aquí todo es distinto
aquí la fuerza de brazos, manos y dedos importa poco
aquí importan los pies, saberse colocar
una corriente eléctrica me recorre la médula hasta el centro
del cerebro
y el miedo empieza a golpearme desde dentro
trato de ignorarlo subiendo poco a poco
y tras algún que otro pilla llego a la reunión
tras esperar a i. ya algo más tranquilo
vuelvo a empezar el segundo largo
el tercero, probablemente el más difícil es para i.
al que por primera vez, le veo penar y resoplar
el cuarto vuelve a ser para mí
y el quinto y último para él
en la cumbre, con un porro, mientras comentamos la subida
disfrutamos de unas esplendidas vista
de esta parte de la pedriza
donde el silencio y los buitres que nos sobrevuelan
son los únicos compañeros a la vista y al oído

un rápido rapel de veinte metros y un destrepe de tercero
nos devuelve al punto de partida

tras comer algo rápido y rehidratar los músculos cansados
nos ponemos en marcha, sin prisas, cada uno a su pajareo
aún nos queda recorrer el camino de vuelta
hasta donde tenemos aparcado el coche
por el camino nos cruzamos con domingueros perdidos
que han andado más de la cuenta
mucho más de lo que están preparados
seguimos y hacemos una parada el el río para refrescarnos
el calor esperado ya a comenzado

al llegar al coche
del mismo modo que en la madrugada huimos de la ciudad
ahora huimos de este precioso regalo de la naturaleza
sábado primeros de agosto
por todas partes los domingueros acaparan los rincones
y en entrada en la cual tuvimos que esperar
ahora más de veinte coches al sol
son los que esperan para entrar

la carretera nos lleva a una ciudad dormida
madrid, tres de la tarde, primeros de agosto
las calles y autovías de la ciudad permanecen desconocidas
un silencio de menos de veinte coches
y un vacío hecho de un calor difícil de aguantar
las da forma

al llegar al barrio llega la despedida
i. vuelve a marchar, se vuelve al norte a trabajar
tremenda persona
igual que todos los escaladores del muro de san blas
también tremendas personas
con todo lo que hemos compartido
siempre me ha parecido mucho más
el tiempo que ha pasado desde que nos hemos conocido
historias de frío, roca, dolor, miedo y frustración 
historias que suponen confiar tanto en ti como en el otro 
además de esa alegría que supone compartir una obsesión

escalar, no es lo único
pero es algo que nos encanta