tan hermoso
que si lo miras directamente y durante
un tiempo prolongado
en seguida quedas cegado
ni siquiera el cristal de la ventana
impide
que quedes deslumbrado
y aunque lo tengas a la espalda
el te llama
y te empuja a que observes su vacío
en pleno silencio
aún a riesgo de dañarte la visión
rápido en invierno como lento en verano
en la misma proporción
momento en que la ciudad muestra su verdad
cuando la capa de veneno que la cubre
que nos cubre
se muestra impasible
haciendo del atardecer un atardecer más bello
hecho colores imposibles
y destellos químicos