I
se abre la tarde de viernes
se abre un paisaje coloreado
por dos días nos alejaremos
de ese sucio bosquejo
que es el día a día, su rutina y su ruina
II
un adiós
y la misma incertidumbre
siempre trataré de no olvidar que
la mejor manera de conservar
el color de las flores
es guardarlas en la memoria
aunque persista la misma incertidumbre
III
construimos diques
hacemos muros
todo tipo de barreras
pero el miedo
siempre encuentra su rumbo
y nos destruye
IV
somos los hijos de la mala vida
los que perdieron
todas las oportunidades
idiotas y embotados
con el carácter propio
de la edad adulta
olvidamos y sólo nos queda
procurarnos a pesar del desprecio
V
estamos solos ante nuestro pasado
y su engañoso olor a realidad
malvivimos
y nada de lo que sucedió importa
ya no es real, tan solo es un resto
un narratición que va perdiendo
su argumento
VI
desde esta tarde de viernes
empieza la vida que se vive
no la otra, la que se sostiene
pero las dos, una única vida
un instante, imágenes almacenadas
sueltas ahora
como una llamarada de cenizas
VII
el adiós y su incertidumbre
un amor que nunca tuvo
un milímetro de futuro
un amor hecho de valor
consciente de su propio fracaso
VIII
y se fue la tarde del viernes
entre la última lectura terminada
sus bosquejos y sus otros retales
sin darle importancia
a nada de lo que afuera suceda
pues existir es desmoronarse
los días van y vienen
uno detrás de otro
siempre iguales
como un mismo tren
que regresa sin cesar