llegan ambos, con todo, completos
a su final con una promesa de ruptura
punto y aparte de los largos días
que parecían el cuento de nunca acabar
de los días en los que sólo el tedio
esa moneda de cambio, divisa
en la que se realizan los intercambios
la rutina, monopolio del hastío
en una inabarcable melancolía
terminan con todo, completos
los días de invierno
que ya no son, que son
una promesa de primavera