recuerdo aquellas
tardes de domingo
solos tú y
yo, y nuestra resaca
solos tú yo
en la ciudad de granada
nada
sucedía, porque nada había por suceder
teníamos
todo lo que podíamos necesitar
tú y yo, y
nuestros tres perros
nuestro
pequeño sombrío apartamento
la radio en
la que sonaba siempre la misma canción
el tiempo
que sin dormir no pasaba
se detenía
en la construcción de nuestros sueños
sueños, que
por ser sueños, nunca sucedieron
viajar
juntos, tan lejos como pudiésemos imaginar
cruzar
fronteras como quien cruza calles
ir todo lo
lejos que el horizonte marcase
pero nada de
eso sucedió
tú te
regresaste, yo me regrese
volvimos, y
ese cambio nos separó
demasiados
kilómetros de distancia entre los dos
pero fuimos
muy felices en nuestro hambre
hambre de
dinero, hambre de sueños
queríamos
escapar de un presente marcado por los excesos
todas esas
noches que nunca terminaban
empalmábamos
noche tras noche
hasta que el
cansancio nos detenía
a veces era
yo, otras eras tú
pero siempre
terminábamos con los bolsillos vacíos
regresando a
casa tras el último amanecer
de vuelta de
todo, de todo hasta arriba
arrastrando
nuestros cuerpos cansados calle arriba
siempre deseando
aterrizar juntos en la cama
abrazar
nuestros cuerpos desnudos
ser un solo
cuerpo, ser los dos uno
ver irse
lentamente las horas del domingo
sin que nada
sucediese, sin que nada nos separase