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martes, 25 de enero de 2011

DELHI #6: Sin palabras...

Lo primero que tengo que decir sobre Delhi no sé como hacerlo. Ya conté en su momento que las veces que vengo a la capital de la India me alojo en casa de Jaime y Patricia. La primera vez estaba él, la segunda vez estaba ella. Pero ahora no están ninguno de los dos. Me han dejado la casa mientras espero que salga el tren que me lleve a Kolkata para, un día después, coger el avión que me lleve hasta Tailandia. No puedo explicar como me siento, me cuesta muchísimo tratar de cifrar en palabras el sentimiento de agradecimiento a este respecto... lo único que puedo decir es JODER!!! Y esperar la oportunidad de poder devolverles el favor algún día de la manera que sea. Me siento en deuda con ellos. Una deuda de sangre. Qué por qué, pues porque el lugar de los hoteles baratos en Delhi, el Pahar-Gang, es una calle inmunda, sucia y polvorienta en la que el turista es constantemente acosado por los comerciantes, ganchos , camellos y mendigos de la zona y no se puede caminar tranquilo. Nada que ver con el barrio donde viven estas dos excelentes y generosas personas, Lajpat Nagar. Un barrio de clase media, donde uno pasa prácticamente inadvertido y casi nadie le dice nada. Un remanso de paz en esta caótica ciudad.

Llegamos el día 23 por la mañana desde Risikesh y fuimos a buscar la llaves a la embajada española donde ella nos las había dejado en un sobre a mi nombre. Después de la clásica pelea con los conductores de tuc-tuc llegamos a la casa y dejamos las cosas. Y sin disponer de mucho más tiempo nos fuimos a ese maldito barrio, ya que, mi compañera de viaje quería hacer los regalos para sus familiares y amigos. Algo que yo decidí dejar para más tarde. Entre este barrio inmundo y el barrio del Old-Delhi, donde se encuentra el mercado de las especias estuvimos dos días de diez de la mañana a ocho de la tarde en busca de los presentes que esta chica quería comprar para sus allegados y para ella misma. Tés, especias, pañuelos y demás típicas baratijas que se suelen regalar en este tipo de viajes. No me imagino, siendo como soy yo, comprando de la misma forma cuando llegue el momento de mi partida y retorno a casa.

A pesar de lo mal que lo pinto inicialmente, no fueron días tan malos. Ha hecho buen tiempo y con su compañía fueron buenos momentos. Después de las frenéticas horas de compras volvíamos a esta maravillosa casa en la que me encuentro y podíamos descansar acudiendo a algunos de los restaurantes de la zona y disfrutar de comida india para indios. Por otro lado, en el barrio hay una tienda alcohol y nos bebimos unas cervezas a un precio aceptable si se piensa en rupias, 60 rupias por una botella de dos tercios de litro. Por la misma cantidad en un bar te cobran más del doble.

Ahora mi compañera se ha marchado y vuelvo a estar solo en el camino. Fue una de esa despedidas agradables, una despedida en las que el sentimiento de melancolía y pena se desprenden de toda su carga negativa al saber que se han compartido una buena experiencia y todo lo que dejan es lo más parecido a la alegría. Me pasó lo mismo en Hampi, en la segunda visita a Puskar y en Varanasi. Ellos y ellas saben quien son y, desde estos últimos días en la India les digo que no puedo estar más contento de haberles conocido.

Mañana, creo, es el día de la independencia. Espero que la celebración no suponga ningún problema y no me trastoque mucho los planes de mi viaje. No viajo con el tiempo muy ajustado así que dispongo de cierto margen de error. Después del retraso de 17 horas que sufrimos para llegar a Varanasi, no he querido correr demasiado riesgos. Lo que me queda en este ciudad son unos días tranquilos sin hacer mucho en Delhi. Pasear por el barrio, volver al Lodi-Garden, pequeñas compras de última hora y volver a ver, espero, a Jaime y Patricia para agradecerles en persona, no podía ser de otra manera, lo que han hecho. Tras esto, un viaje de 24 horas hasta Kolkata y menos de doce horas en la tercera ciudad más grande de este país donde cogeré el avión que me llevará a una nueva aventura, a un nuevo comienzo donde me esperan más sorpresas. No sé si tendré tiempo para hacer más entradas en el blog antes de llegar a Tailandia ni creo que merezca la pena, a no ser que suceda algo que lo requiera, porque como en Kolkata voy a estar menos de doce horas poco podré decir de la ciudad que merezca la pena. Quizás un resumen de todo lo que he vivido y experimentado en este país. Esas pequeñas cosas que nunca olvidare... pero ya llegará el momento. Es más, es algo que podré hacer desde Bangkok.