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domingo, 23 de enero de 2011

RISIKESH #3-HARIDWAR#2: Retornos a lugares que parecen distintos.


CRAZY MONKEYS!!! FRASE REPETIDA ENTRE LA GENTE DE RISIKESH.


EN MEDIO DEL BOSQUE DE RISIKESH


NUEVA PANORÁMICA SE RISIKESH.

De Agra salimos sin problema alguno en un gobverment-bus nocturno que salió a las nueve de la noche. En el bus hacia frío pero se encontraba en buenas condiciones y a pesar del estado en que se encontraba la carretera más o menos se pudo dormir. El problema fue el estado en que se encontraban mis tripas. En una de las paradas pequeñas, a menos de media hora de Haridwar, tuve que pedirle por favor al cobrador del bus que me dejase salir a cagar a la calle. Al principio no accedió, pero cuando vio mi cara no tuvo más remedio y me dejó salir. Y en medio de la calle, con una botella agua para limpiarme la mano y el culo, solté todo lo que tenía dentro. Veinte minutos más tarde llegamos a Haridwar donde cogimos el bus que nos llevó a Risikesh.

Una vez en Risikesh fuimos directamente a uno de los hostales que ya había estado y después nos fuimos a desayunar. Lo primero que noté cuando estábamos en las orillas del Ganga fue que ya no era ese lugar de mochileo que conocí la primera vez. Ahora era un lugar mucho más tranquilo. Algunos de los bares de antes estaban cerrados o casi vacíos y prácticamente no se veía a nadie por la calle principal que une los dos puentes. Las razones para esto, supongo, que se debe a que todos, en especial los mochileros, seguimos unas rutas preestablecidas. La temporada empieza en octubre por la provincia del Himalaya, en noviembre la gente llega a Risikesh y en diciembre la gente, huyendo del frío, empieza a bajar hacia el sur pasando por el Rajastan y otros lugares preestablecidos en busca del sol y las playas. Los que quedan, siguen visitando los lugares clásicos, pero con otros ritmos. El tipo de visitante cambia, ya no se ven tantos hippies perro flautas y la mayoría de los turistas son de edad más avanzada.

Todo esto concierne al Lakshman Jhula. En la zona de los ashrams todo permanecía más o menos igual. Se veían menos turistas extranjeros pero el volumen de turistas locales permanecía más o menos similar a la primera vez que estuve en la zona.

Lo que hicimos nosotros en este único día que estuvimos en Risikesh fue aprovechar para pasear por la montaña. Nos acercamos hasta las pequeñas cataratas que hay monte arriba y buscamos, sin encontrarlos, unos campos de arroz que Mr. Riesgo, el canario más loco, en el buen sentido de la palabra, y simpático que he conocido en este viaje, me había hablado. Hicimos unas compras, descubrí nuevos restaurantes de comida india en vez de ir a los restaurantes de mochileo. También visitamos la zona de los ashrams y acudimos a la puja al río. Fue un día intenso, casi no paramos en todo el día e hicimos muchas de las cosas que yo no había hecho en su momento. Disfrute mucho de la compañía de mi gran amiga, ahora digo su nombre, Paloma. Una de esas personas, como todos los amigos de verdad que tengo, que cualquiera que conoce, sólo sabe decirme cosas buenas de ella. Y, aunque nos hubiese gustado quedarnos una semana entera en Risikesh, disfrutamos a lo grande de ese único día.

Al día siguiente, después de hacer las últimas compras tras haber disfrutado de un excelente desayuno en la german-bakery que está pegada al Laskhman Jhula, nos fuimos a Haridwar. Donde volví a notar muchas diferencias con respecto a la primera vez.

La primera vez que estuve estaba recién llegado a la India, apenas había pasado un par de semanas, y esta ciudad me impresiono mucho. Sobretodo su puja, que me causó tanto impresión que decidí volver un par de días más a Risikesh para buscar nuevos caminos. Por aquel entonces no estaba preparado para vivir una ciudad India donde apenas había turistas extranjeros. Pero está segunda vez fue una experiencia bastante agradable. Después de haber estado en ciudades donde los turistas extranjeros somos vistos como un billete de dólar con patas y se nos acosa para que compremos todo desde todos lados, caminar por las calles del bazar de Hardiwar fue una experiencia agradable ya que nadie nos llamaba para que fuésemos a ver ninguna tienda. Además nadie parecía sorprenderse de la estética de mi compañera y pudimos caminar tranquilos por las calles del bazar después de la ceremonia del río para hacer tiempo antes de coger el tren que nos trajo hasta Delhi.