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(ricardo piglia)

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(pentti saarikoski)

domingo, 15 de enero de 2012

AMANECER DE DOMINGO

Amanezco temprano, antes
que el sol, antes de que la noche
deje de ser noche
y no es por trabajo, no es más
que por el simple placer
de ver al sol alzarse lentamente
sobre el cielo.
Es simple, tanto
que quién quiere poesía para dar
un sentido. No lo tiene. Sentido, digo.
Ahora, en al tiempo que se compone
este artificio, ya está el sol
bien alto, cubierto, invisible, por la neblina
que acompaña en esta fría mañana de invierno
en la que
nada es importante.
El perro duerme en su colcha, mirándome
con pereza e, insisto, nada importa:
El tiempo pasa, con gloría o con hastío,
acumulando sucesos que serán borrados,
recordados sólo en una memoria vaga
que lentamente se disipará
como esta neblina
que cubre el horizonte.

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