Amanezco, este luminoso sábado
de invierno, envuelto en una bruma
de pereza y cansancio. No tengo
mucho que decir, navego
en un mar en calma, el tiempo
no insiste ni apremia con nada,
todo es sábado: por delante
dos días sin exigencias.
Me espera el perro, ansioso
por salir; me espera el sol, ansioso
por calentarme y darme con su brillo;
me espera la nada, esa maravillosa
nada que nada exige; me esperas tú, eso
es algo que desconozco, algo que
ya se irá viendo a medida que el día avance.
Un día tranquilo, sin prisas; un día
de luz y de color, en el que,
como dijo Lamborghini, comienza
envuelto en una paz apocalíptica.
sábado, 21 de enero de 2012
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