siete de la
mañana, otra vez vuelvo solo a casa
noche
fraudulenta, un día de casi veinticuatro horas
ahora en un parque cualquiera espero el amanecer
mientras los viejos
amigos:
los que
están cerca, pero nunca están
los que
están aquí, aunque estén por irse
los que
están lejos, ahora de visita, pero siempre presentes
todos
juntos, hasta que alguien dice: una raya o a la cama
la sensatez
vence, termina la noche para los viejos ¿poetas?
para mañana,
las montañas se alejan
mientras finjo,
a duras penas, alegría y satisfacción
nuevas
cadenas como si fuesen nuevos zapatos
cuántos
meses: seis, doce, veinticuatro…
marcas de
tiza en la pared: IIII así de cinco en cinco
como la
noche que ahora termina
saber el
color de tus ojos y no acordarme ni de tu nombre
hasta que te
presentas y lo pronuncias
en ese momento,
entre el ego y el tiempo que termina
desearía anudarme a tu
cintura, perdiéndome en la locura
en una noche como esta, noche sin estrellas,
noche que también termina en blanco
ante la imposibilidad de que se produzca una última batalla
babear sobre
tus espalda, morder tu piel
tú, que
fuiste tantas otras, que no eres más que un fantasma
contigo, a
ti, digo adiós
y termino
con el ¿poema?