ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

lunes, 7 de octubre de 2013

DURANTE #3

Acodado en la barra del bar más sórdido
de la calle Orense -algo no fácil de encontrar-
habiendo tiempo en esta soleada mañana de lunes
me tomo un café y me dejo atrapar
por los últimos capítulos del Doctor Pasavento.
Es un bar pequeño y oscuro, probablemente
el pequeño parque que hay a la vuelta de la esquina
hubiese sido una mejor opción,
pero no quiero cruzarme con ningún compañero,
deseo terminar hoy este libro.
En el bar, yo en una esquina y el camarero
Conversando con uno de los habituales,
Uno que parece ser portero de alguna finca cercana.
El muy cabrón parece esconderse de sus responsabilidades
y cuando les quieres encontrar nunca están.
Un paisaje ideal para la lectura: silencio y oscuridad.
Un paisaje que se rompe
cuando entra un nuevo cliente vestido con un elegante
traje, propio de los trabajadores de la zona.
A voces pide un whiskey con cola.
Se sienta y me mira, joder, dice,
hace mucho tiempo que no veía a alguien solo
leyendo en un bar. No tiene, le respondo,
nada de especial, cualquiera puede hacerlo.
El camarero le trae la copa y vuelve con su amigo.
Yo antes leía mucho, me encantaba Bukowski.
Ya, le digo, también le he leído mucho, es un
principio. ¿Un principio para qué?, pregunta.
Sabiendo que no va ser posible seguir leyendo,
cierro el libro y le digo, para seguir leyendo,
para ir buscando autores que como Bukowski
caminaban por el abismo, para aprender
como no caer en él y sobrevivir, que no es poco.
Buen planteamiento, dice al tiempo que apura whiskey
Y pide otro. ¿Quieres algo? Te invito.
Un caña. Nos traen las copas y brindamos.
Por los que todavía leen, dice.
Y por los que algún día lo hicieron, respondo.
Bebemos y se forma un pequeño silencio.
Yo antes tenía ideales, sabes.
Yo nunca los he tenido le respondo. Siempre
he currado y si leo mucho es porque creo que es la mejor
manera de huir. Y, en eso, le digo, en huir,
no hay nada utópico.
¿Un cínico? La vida que es muy cabrona.
Yo estudie políticas. Era de esos que quería
cambiar el mundo. Termine mis estudios
y acabe trabajando en una empresa privada
de relaciones públicas. Iba ser para poco tiempo.
Hasta que pudiese montar mi propia historia.
Pero ahora, diez años después estoy enganchado
a la coca, y aún tren de vida que me va a matar.
Nunca es tarde, le digo, mándalo todo a tomar por culo.
Un tipo como tú, seguro que tiene algún colchón.
Haz un simulacro de suicidio y empieza de cero.
Ojala pudiese, no es tan fácil.
Sólo es el miedo el que no te deja avanzar, le digo.
El mismo miedo
que a todos nos tiene atrapados
en la cómoda posición que tenemos,
la única que hemos aprendido,
la única que tenemos.
Pero quejarse y no hacer nada, no es más que
el lamento del esclavo.
Joder vas a deprimirme, me ha dicho.
Tú lo ves difícil. Pero imagínate
Como vivimos todos aquellos a los tú
querías ayudar. No sé tío, quizás te juzgue
por tu aspecto de ejecutivo
y por todo lo que me has dicho.
Pero para alguien como yo, y lo siento mucho,
no eres más que otro pijo
y tus problemas, nimiedades comparadas
con lo que yo veo cada día.
Piénsatelo, y cambia tu vida, tú que puedes.
Cínico y sincero. ¿Quieres otra caña?
No gracias, he de volver a mi curro de
ochocientos pavos al mes.
Y he salido de allí, pensando qué quería decir
con eso de cínico
de vuelta al trabajo, pensando la cantidad
de idiotas que hay por estas calles de Madrid