que las nubes negras que cruzan el cielo
el día se vio concluido
en una tremenda tormenta de verano
que en un momento rompió el cielo
arrojando sobre mí litros y litros de lluvia por metro cuadrado
una primera tormenta de verano
truenos y relámpagos celebrando la llegada del estío
al recogerme para casa, mojado, empapado
calado hasta lo más intimo
mi memoria me devolvió a esos días
en el sudeste asiático
cuando en pleno monzón
el agua que caía y caía me llegó a cubrir las rodillas
caminado descalzo sin ver el suelo
sin saber que era eso tan blando que pisaba
yo entonces era feliz, feliz
porque no tenía dinero, lo justo para sobrevivir
porque estaba perdido, y no quería encontrarme
porque, por encima de todo, estaba cumpliendo uno de mis sueños
ahora que ha pasado tanto tiempo
ahora que estoy en la ciudad de siempre
en la que sin quererlo nací y crecí
la lluvia que un día cae
apenas me cubre poco más que la planta del pie
y sin apenas calarme
camino con los zapatos de curro de vuelta casa
cansado, menos feliz que antes
con más dinero, encontrado y atrapado en una vida que no avanza
sabiendo que nada de lo que está sucediendo es para siempre
sabiendo que sin ser lo mismo
la felicidad está escondida, esperándome
tras cualquier esquina