ayer por
la tarde fuimos turistas en nuestra propia ciudad
tras
pillar una habitación a cinco minutos de la puerta de sol
echamos
un largo un polvo y salimos a pasear por el centro
el
frío era mucho, cortante y desafiante
pero
nosotros necesitábamos calle
deseábamos
espacios abiertos donde perdernos
caminando
sin prisa, parábamos de vez en cuando
eligiendo
al azar algún bar donde tomábamos cervezas
tapas
de paella y platos de jamón
estábamos
felices, felices como una pareja de veinteañeros
que
visitan una ciudad cualquiera por primera vez
dejándose
perder por unas calles ajenas
sin
prejuicios, libres de expectativas
luego
nos fuimos a comer algo, una cena
que
acabo siendo una pizza napolitana
en
uno de eso bares modernos
que
aparecen una vez te has alejado
de
las rutas turísticas principales
recuerdo
que, para terminar la noche
nos
tomamos un mojito de manzana
en
una cocteleria mexicana
borrachos,
riendo por unas calles vacías
sin
que el frío nos importase
volvimos
al hostal donde la noche
nuestras
noche turística en nuestra
propia
ciudad termino en un abrazo
follamos
hasta quedar dormidos
sin
que nos hubiese importado
el
ruido que generaba nuestro amor