A veces, un poema, un solo
poema, puede justificar la relectura de un libro. Después, vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Esa muerte que siempre nos
acompaña en una vida que siempre es inútil. Una vida que requiere del exceso, del
fracaso y del extravío, la vida debe vivirla
uno lejos de su tierra, para que sea vida vivida y no otra cosa. Una vida
que está llena de historias, un silencio histórico, ya que, la existencia es tremenda y no cambia por
eso, más vale apretar los dientes y callar. El silencio nuestro, el de los
perdedores, los fracasados: nosotros los
condenados cuya única fuerza reside en un alma dura que no sirve para nada
y lo que queda son las nubes, las plantas
y las calles, perdidas en el cielo. Una vida que es inabarcable, de aquella que no sabe que la vivo y no
alcanzo a entenderla.