Partimos con una carga de
pesimismo que no se pierde en todo el libro: cuando se muere lo más puro/cualquier gozo se invalida. Porque si
el anterior era el escritor más desesperado de todos, este es el más pesimista
de todos: el camino se reduce a una
extensión gris sin sabor y sin gozo, lentamente arrasada. Y no merece la
pena hacer nada ya que, todo aquello que
tiene en su naturaleza surgir, tiene en su naturaleza cesar. Así de simple:
la vida no tiene nada de enigmático. Es
un pesimismo urbano, de supermercado; incluso
visite la naturaleza y me pareció desordenada. No queda nada, la soledad
como única solución: vivimos sin ayuda,
morimos abandonados. Nada, para qué hacer nada si al final: existir, percibir, ser una suerte de residuo
perceptivo.
Un libro que ha sido escrito por un cabrón y leído por cretinos…