Otra vez él, el de los muchos:
tengo más de un alma, hay más yos que yo
mismo. Esta vez siendo otro distinto al de la última vez. Uno yo más
resignado al sinsentido de la vida, a lo poco que dura la vida: que hay noche antes y después de lo poco
que duramos. Porque no somos nada y ya que nada somos: mejor, sabiendo, ser nada, que ignorando: nada dentro de nada. Una vida
sin más certezas que la muerte, el inevitable destino: nada es cierto. En cualquier hora puede sucedernos lo que todo nos
mude. Una vida que se vive sin pretensiones: de la vida nos iremos tranquilos, teniendo ni el remordimiento de haber
vivido. Una vida que se vive sin apegos: no tengas nada en las manos ni un recuerdo en el alma. Una vida que
sucede anodinamente: día tras día la vida
es la misma. Una vida abandonada al inevitable instante: nada, salvo el instante, me conoce. Una vida
que al fin de cuentas: ser es razón para
dejar de ser.