termina otro día
de este extraño verano
que parece
no querer empezar
mañanas
aún frescas
donde una sudadera
no está de más
hasta que llega
el mediodía
y el inevitable calor
hace presencia
un par de horas
hasta que el sonido del silbato
me devuelve
a mí lugar de sombra
una casa vacía, en paz
con las persianas bajadas
todo en silencio
hasta la caída
momento en el que salgo a pasear
momento en el que el día
comienza
los amigos, unos litros
y algo de escalada
mientras el mayor
de los espectáculos
sucede