en el vagón
de metro se sube un viejo
medirá metro
cuarenta y poco
avanza con firmeza
apoyado en su bastón
tiene unas grandes
manos callosas
la cara sonriente
y un brillo en la mirada
jefe, quiere
sentarse
sentarme para
qué
si luego me
tengo que levantar
empezamos a
hablar
me cuenta su
vida de trabajo
me habla de
su afición por la montaña
aún salgo a
caminar de vez en cuando
ahora vuelve
al barrio
salió
caminando a media mañana
jugando con
los números de las matriculas
de los coches
aparcados
voy sumando
los números entre si
hasta que
solo me quedo con uno
también hay
que entrenar la cabeza
cuando se
siente cansando
se mete en el
metro y vuelve a casa
todas las
mañanas
siempre que
el tiempo lo permita
así también cumplo
con la mujer
se
despide y soy yo el que se pierde
en la
oscuridad del túnel