nena,
en esta noche y su consiguiente madrugada
tú yo otra
vez hemos sido un solo cuerpo de agua
que
ocupó todas las estancias posibles de tu casa
mojándolo
todo sin conocer el descanso
nena,
tú eres un imán para mí
desconozco
la manera de acercarme a ti
sin que
me hunda en ti
tú no
pierdes tu belleza misteriosa
aunque
el lodo de la vida te alcance y te cubra
tú, princesa
acuática, eres la que calma mi sed
cuando
estoy solo y no quiero y atravieso el desierto
tú eres
un oasis de agua dulce y fría
sobre
el que me zambullo sin miedo
pues
nada malo, seguro, encontraré en tus misterios
tu otro
lado no esconde secreto alguno
te
conozco, somos uno, ese cuerpo de agua
en el
que ahogamos el delirio y el miedo a morir
antes
de que implacable lo real retorne
porque,
después de todo
tú eres
un buen momento para morir