ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

sábado, 20 de noviembre de 2010

JAIPUR: Capital del Rajastan.

Dejar el tiempo irse. Observar la nada mientras las manecillas del reloj siguen su lento curso hacia ninguna parte. Desacostumbrarse al hacer, al estar ocupado intentando rellenar el tiempo cumpliendo con algun, ficticio o real, deber. Desacostmbrarse del ocio en el que actuamos sin ser.



La oportunidad que he pretendido darle a esta ciudad antes de ir al lugar que realmente pretendía ir, ya esta dada. He llegado a las ocho y pico de la mañana y ahora que son las cinco de la tarde no tengo otra cosa en mente que irme. Jaipur es una ciudad caótica y ruidosa, esta congestionada y hay poco que hacer. Como cualquier otra ciudad del mundo lo único que hay que hacer es visitar templos y hacer compras. Esto último en Jaipur es lo principal y, yo diría, que lo único que se puede hacer. Aparte de la ciudad moderna, por llamarla de algún modo, esta la ciudad vieja. Un recinto amurallado donde se encuentran los bazares con sus insistentes vendedores que pretenden colarte todo tipo de falsas piedras preciosas. No es que me cierre. Después de pillar la habitación del hotel, he estado toda el día dando vueltas por los bazares, tomándome algún chai y poco mas, hasta que me he cansado de los bazares, de su ruido y de los cansinos vendedores, que no se como pretendían venderme algo a mi, con las pintas que tengo: ropa sucia, barba y mi gorra. Quien me conoce, sabe la pinta que tengo. Un personaje pretendía que le hiciese de mula para importar joyas hasta Europa. Madre mía. Como es lógico le he dicho que no.

Lo que si fue interesante fue mi primer viaje en la sleeper class del tren para venir hasta aquí. Compartí el trayecto con una familia india al completo. La madre, el padre, y los hijos mayores con sus mujeres. Ni uno hablaba casi ingles, pero pretendían saberlo todo. Además, mientras hablaba con los europeos que también había en el tren, uno de los notas se sentaba tranquilamente delante nuestro y, fijando la mirada, observaba con atención lo que decíamos. Lo mejor, pasar, no hacer caso y reírte de él.

En el tren, gracias a los tapones que me compre he dormido de puta madre. Hacia algo de frío, pero gracias al saco no habido problema. Eso si vestido dentro del saco con el chaleco de lana puesto. Y digo dormido bien, porque por cada compartimiento había ocho camas. Duras como si se durmiese en el mismo suelo, pero al menos con el espacio propio para cada uno.

Lo malo del tren son dos cosas. Por un lado la pobreza y miseria que se acumula en las estaciones por la noche. Montones de vagabundos, niños incluidos, durmiendo por las esquinas. Por otro lado, en la estación hay un increíble olor a meado y a mierda. Uno puede pesar que viene de los pobres, pero al ir al servicio por la mañana me he dado cuenta que lo que echas lo echas al suelo directamente y no va a parar a ningún otro sitio que la vía del tren. Lo que quiere decir que a la mierda de los pobres hay que sumarle la mierda de los viajeros. Y siendo India, pues montones. Tela.

Mañana sin pensármelo voy a Ajmer, para luego ir a Puskar Otro de los centros colonizados por los Hippies Israelitas. Para luego seguir rumbo al sur. Me da igual, el viaje a cambiado bastante de como inicialmente lo tenia pensado. Pero es que viajar solo por la India y en ciudades como esta me esta constando bastante. No por la soledad, estoy igual de solo en los sitios de Hippies como en las ciudades, pero en las ciudades entre la miseria y la pobreza me comen la moral y funden mi energía. Siento que no es justo. Siento que por mucho que se intente hacer, este país todavía tiene mucho por cambiar. Y eso que es uno de esos países que al mismo tiempo es miserable como inmensamente rico. Algo incomprensible.

Me han contado que el sur es distinto. Espero que sea verdad. Aun así, pase lo que pase, mis tres meses de viaje pienso hacerlos.