Nos tomamos la vida demasiado en serio.
Nos ponemos neriosos en el espejo.
Nos da vergüenza tirarnos un pedo en
público.
Nos preocupamos más por el qué dirán
que por nosotros mismo, por nuestro
bienestar inmediato.
No nos gusta que nos digan que no.
Tenemos miedo, nos preocupa tanto el
futuro
que no tenemos un presente: todo es un
porvenir
que deviene en otra cosa distinta.
Miedo. Eso somos, puro miedo
contenido y justificado en elaboradas
narraciones.