despierto,
el sol empieza a lucir lentamente
parece disponer de cierta pereza
sigo sus
pasos, no hay prisa, nada urgente hay por hacer
dejarse
llevar, para qué la urgencia, el nervio
ayer fue
llegar y caminar, breves paseos urbanos por la ciudad
conocer su
parte escondida, lo que no sale en las guías
nada que ver
con lo que sucedió ahora hace unos doce años
ningún punto
turístico, el barrio en el que duermo y su alrededor
pero dimos
con el muñeco meón, sin ser buscado
al girar una
calle, dimos con él
turistas
cámara en mano a su alrededor almacenado
recuerdos
digitales
el centro turístico
de la ciudad idéntico a cualquier otra ciudad
las
cualidades del turismo, lo que terminamos siendo
replicantes en
busca de recuerdos
pero pasamos
de lado, regateando turistas
caminando
sin rumbo fijo
nos dejamos
llevar por un impulso desconocido
escuchándonos
mucho más que observando nuestros pasos
parándonos a
beber, birra tras birra
gozando de
este sol mediterráneo que he traje conmigo
luego en la
casa otra vez a descansar, a fumar maría
escuchando
música mientras la noche llega
noche en la
que intentaremos recordar
cómo eran aquellos
días
días
maravillosos en los que nada importaba
la fuerza de
la juventud y su energía descontrolada
el hambre
por vivir que ya no tenemos
porque
hacerse viejo, quizá también sea eso
ignorar las
voces internas
que te
empujan hacia lo desconocido
ahora
sabemos esperar, ahora creemos saberlo todo