Ahora andando otros caminos,
sigo sin saber el motivo de mi búsqueda,
sigo sin saber a dónde dirigir mis pasos.
Escribo en línea con los renglones
siempre torcidos, aprendiendo, apresando,
la lluvia que cae y oxigena mis palabras,
palabras viejas que abren nuevos senderos
ocultos entre la maleza inservible del camino.
Así es. Sin destino ni objetivo, me dejo llevar
evitando antiguos naufragios. Ahora
prefiero perderme en tu piel, caminar por
el desfiladero de tu costado y caer libremente
entre tus piernas para recoger los frutos de tu amor.