No hay nada que decir.
Nada que hacer. Las horas se suceden en una claustrofóbica ausencia
de contenidos. Pensar, rebuscar en la memoria algo por donde empezar.
Nada. Tratar de imaginar, inventar un punto cero desde el que salir
rampante. Nada. Asumirlo sin contemplaciones, la vida está
desprovista de interés. Es de un color gris demasiado pronunciado.
Nada que hacer. Nada que decir. Ningún lugar a donde ir. Permanecer inerte. Cualquier opción está desahuciada.