Este libro que tengo en
mis manos va creciendo. Poco a poco, a medida que va pasando el
tiempo, va obteniendo su propia individualidad. Se hace mayor. Crece
al tiempo que va perfilando su máscara, esa personalidad que a
todos nos caracteriza. Las arrugas ya han surgido en sus lomos, en su
rostro. Posee una memoria que crece en subrayados, en unas notas al
pie de página que van ampliando sus límites, los márgenes dados de
su recuerdo. Crece hasta acabar conmigo y caer, casi muerto, en esa
residencia para ancianos, que es cualquier biblioteca, esperando un
nuevo encuentro, una visita de cortesía de un viejo amigo. Después
de todo, se sabe libro, viejo, usado.