Ella,
dentro de una camiseta roja, logo ZOO,
medias negras de rejilla y un pantalón vaquero autoconfeccionado
con su bolsillo posterior izquierdo en tela leopardiana.
Ella, todo tatuajes, el brazo izquierdo tatuado hasta la muñeca,
el muslo derecho también tatuado, en la espalda más tatuajes
que no alcancé más que a vislumbrar, y algún otro que seguro no vi.
Todos ellos quisiera recorrer con el dedo y con la lengua.
Toda ella, me dejó sin palabras, mirándola con cara de idiota.
Pura perversión, con que viciar el poema y mi imaginación.