La tarde se extiende sobre el horizonte
dejando pasar un halo de luz
por las rendijas de la ventana.
Thomas el oscuro se
resiste, mientras
las olípiadas
desdibujan un día
de temperaturas
africanas.
Es otra tarde en la
ciudad
en la que todo
sucede en una espera,
la misma espera de
todos los días
en la que nada
sucede.