El verano sigue, continua siendo
verano.
El mismo calor que aparece en todos mis
últimos ¿poemas?
El mismo nada que hacer, en el que ser
el mismo cuerpo cansado,
licuado por el calor.
La misma espera de todos los días,
desde ahora, once de la mañana, hasta
la caída.
Una soledad impuesta, una soledad
aceptada
hasta que llegue la noche y las
cervezas de lata.
Un tiempo que no pasa, un tiempo que se
disuelve
entre lecturas de antes y ahora
que pretenden ocupar las horas que no
suceden,
las horas que se suman lentamente
viendo pasar la vida ausente por mi
ventana.