La calle está prácticamente vacía. Apenas, unos pocos zombies que no tienen lugar
donde alojarse y unos gatos que se esconden bajo los coches. Es la tercera ola de este verano. Un calor que
distancia los cuerpos y nos hace soñar con nostalgia con lugares que no son éste en que que ahora estamos: la ciudad
desaciedose bajo el asfalto.
Otra tarde más que sucede en un
escenario sombrío de persianas bajadas y televisores encendidos. Sin
argumento, una narrativa del tedio estival.