con el que empieza un nuevo día.
La insistencia de las horas por
permanecer
vacías.
La presencia constante del calor.
Lecturas pendientes que no avanzan.
Verme empujado, forzado, a estar
presente
ante un horizonte que no es horizonte.
Ser una cifra, un número. Una
constante.
Las mismas palabras, una y otra vez.
Idénticos significados.
Las mismas líneas que avanzan
buscando la fuga, huida a otro
presente.
La demente cordura que ata, retiene.
Saber que vendrá, que finalizará, que
de nuevo,
en otro lugar, en otro tiempo, todo comenzará.
No es la carencia. No es la ausencia.
Nada falta. Nada deseo. Nada.
Otro ¿poema? que nadie lee, que se pierde,
junto con estas horas, días estivales,
en la pesada levedad del ser.