desde mi
ventana del extrarradio
puedo verlo
todas las
nubes cargadas de invierno
están allí
donde a mí
me gustaría estar
cubriendo
todo el horizonte
descargan su
agua y su nieve
sobre todo
lo que no es ciudad
y en ella,
en la ciudad
el sol luce
junto con un viento gélido
que recorre
las calles
removiendo sin
destino
las hojas caídas
de los árboles
y la liviana
basura acumulada en sus esquinas
y yo detenido,
anclado a un deseo de descanso
contemplo este
sábado ya muerto
lleno de
sueños rotos
sin saber qué
hacer, buscando
el camino
que me lleve a ti
tú, que no
tienes rostro ni forma
tú, que
permaneces oculta
y yo,
cargado de tedios y desilusiones
no encuentro
la manera
de desposeer
al destino de sus certidumbres
de hacer del
presente
la
oportunidad de un nuevo comienzo
son los días
que suceden
a merced de
la meteorología