tanta lluvia
y tanto compromiso adquirido
sin saber
cómo con la tradición
me tienen
rendido presa de un deseo insatisfecho
atrapado en
la ciudad sin querer hacer nada
de lo que
aquí se propone, además
aunque
sucumbiese a los cantos de sirena
mi billetero
me recuerda que tras los excesos
la cuesta de
enero ya empieza a inclinarse
es entonces
cuando me decido
por uno de
mis paseos proletarios
recorrer las
calles del barrio sin rumbo fijo
como si
caminase por sendas inciertas
una ruta
circular que improviso sobre la marcha
seguido por
el perro que a su vez persigue
el secreto
que se esconde en las esquinas
de mi casa
hasta la entrada principal del cementerio
siguiendo su
tapia aparezco en el barrio nuevo
de ahí,
mientras la lluvia va borrando mis huellas
pasos ya
olvidados y un pasado que se olvidad feliz
mientras dejo
de escuchar la voz que no calla
llego al
extremo sureste del barrio, aquí ya
las piernas
empiezan a sentirse cansadas
es hora de
emprender, sin pisar lo ya andado
el camino de
regreso: voy por la avenida principal
hasta el
parque donde tantos sueños ardieron
donde tantos
se perdieron mientras perseguían al
conejo blanco
cansado
empiezo a tomar atajos conocidos
atravieso
calles y callejuelas: locales de persianas bajadas
por todas
partes, la recuperación económica aquí pasó de largo
y siendo ya
de noche, aparece el portal
y el día
ya termina