los pueblos
perdidos de españa
apartados,
aislados por una autovía que alejo
el paso de
los extraños por sus calles
ahora sólo
somos un ruido, un murmullo
que pasa
rápido como una lenta marea
pienso que
es mejor así
que este
silencio y esta paz se conserven
caminar por
estas calles es un regalo
no tengo
prisa por terminar mi cometido
los paisanos
me saludan distantes
su presencia
también es un regalo
un suceder distinto
marcado por otro ritmo
que el frío
invierno ralentiza un poco más
apenas veo a
nadie hasta pasado el medio día
cuando el sol me golpea verticalmente
mientras estoy
sentado en la escalera de la vieja iglesia
haciendo un
alto en el camino para almorzar
entonces los
perros se me acercan, ellos saben
que soy de
los buenos, un perro perdido como ellos
una mañana
llena de dones: trabajar parece algo distinto
una tarea
que aunque obligado realizo con sumo gusto
algo de lo
que extraigo cierta felicidad
una alegría
liviana, sin esfuerzo
que confirma
lo acertado de mi elección